TRADICIÓN, NORMA , LEY ?????
En este domingo damos un gran giro en lo que respecta a los textos que se nos ofrecen para la reflexión en la Eucaristía, pues si hasta el domingo pasado todo giraba en torno al Pan de Vida con el capítulo seis de San Juan, en este domingo nos volvemos hacia algo que para el judío piadoso era muy importante: el cumplimiento de las normas de pureza pues con ellos se mostraba que el corazón quería honrar a Dios presentándose ante El puro y sin mancha. Esto llega hasta el extremo de la obsesión pues ya no hacían nada sin antes purificarse siendo este gesto algo externo que en realidad no afectaba para nada los sentimientos ni mucho menos las actitudes y decisiones de la vida cotidiana. Así estaba la situación en la mayoría del pueblo de Israel y así lo enseñaban y así lo exigían y es contra esto, contra lo que le toca a Jesús hablar y decir reivindicando una pureza no tanto de lo externo como del corazón. No podemos condicionar nuestra vida con solo lo externo, hay que mirar mas allá de la realidad que nos envuelve para alcanzar y vislumbrar la exigencia del corazón que no ha de conformarse con cumplir normas, sino que ha de vivir poniendo su impulso vital en lo que hace con la intención clara de servir al Señor y no actuar desde el "cumplir por cumplir," para ser vistos.
El argumento con el que los fariseos se acercan a Jesús para reprocharles es que sus discípulos comen sin lavarse las manos y eso es culpa de el porque no les corrige ni les enseña y eso hay que cumplirlo le dicen, porque es tradición de los mayores.
Jesús les reprocha la vacuidad de su exigencia y preocupación cuando hay una otra realidad que es la que de verdad a ellos debería preocuparle, que forma parte del mandato del Señor y que componen mas de la mitad de los Mandamientos de la Alianza: los siete mandamientos, que como pueblo que quiere alabar al Señor, se estipulan como iguales a los tres primeros y que si son obligatorios en su cumplimiento pues desde ellos se verifica si en realidad estamos cumpliendo con los tres primeros.
En este sentido el Apóstol Santiago en la segunda lectura de forma sencilla y muy escueta, casi sin darnos cuenta, da en el clavo cuando nos dice que "lo puro e intachable a los ojos de Dios Padre es esto: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo"
Concluimos diciendo que lo que hoy se nos pide es la sinceridad a la hora de vivir nuestra fe, a la hora de confesarla en el día a día en lo que a la relación con los hermanos supone; no se trata de aparentar, no, se trata de sinceridad; no se trata de cumplimiento de normas que los hombres nos ponemos, con buenas intenciones, no lo niego, sino de ser exigentes con las normas o mandamientos del Señor, con la ley del Señor, en lo que respecta a la relación con los otros y que estan ahí y todos conocemos: no mentir, no robar, respetar al otro y a los padres, etc. y después, cuando ya tengamos todo eso cubierto, vendrá lo demás.
No podemos consentir que lo segundo ocupe el lugar de lo primero, pues eso sería una aberración. Eso era lo que pasaba en tiempos de Jesús ¿ Quién nos dice que no esté pasando hoy? Hemos de estar muy alertas y pedir al Señor que nos ilumine y nos haga obedientes a su palabra.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario