sábado, 10 de agosto de 2024

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 NO PODEMOS CAMINAR CON HAMBRE BAJO EL SOL.

Volvemos a encontrarnos de nuevo con el capítulo seis que ya es bien conocido de nosotros. Este capítulo  lo conocemos  como el del discurso del Pan de Vida , en donde Jesús  va poco a poco revelándose como el enviado del Padre, como el que ha visto al Padre cara a cara y que se ofrece para la salvación del mundo, es decir, para que el hombre  encuentre la paz y la fuerza que necesita, la alegría y la esperanza si la ha perdido y recobre la humanidad dolida y sufriente con la que se pueda encontrar. Jesús se ofrece como el alivio en el cansancio y el ánimo en la esperanza.

 Esto es lo que ya se nos dice en la primera lectura del libro primero de los Reyes en donde el profeta, el hombre de Dios, Elías, se siente ya sin fuerzas, agotado, cansado de vivir y de andar de aquí para allá, se desea la muerte. El Dios de los Padres, aquel en nombre del cual el anda  perseguido y queriendo morir se le manifiesta, le da alimento y apaga su sed, le fortalece y le dice que ha de seguir haciendo el camino. No,  ahora no es la hora de la muerte, ahora es la hora de andar, de caminar, de ser testigo. La muerte no puede aparecer  ni tomarse como solución de problemas porque la muerte pertenece al tiempo de Dios. La muerte en estas circunstancias es una huida hacia adelante que no ayuda a iluminar la oscuridad del futuro.

En la segunda lectura seguimos leyendo a San Pablo en la carta que escribe a la comunidad de Éfeso  en donde de nuevo insiste en la necesidad que tienen los efesios de cambiar, de empezar de nuevo, de no dejarse ganar  por la amargura, la ira, los enfados e insultos , Etc. Esa es la  forma que les propone para  vivir en comunión, en una sola fe, desde un mismo Señor, desde un mismo Espíritu. Es esa la vocación a la que han sido llamados, Es ese el camino que han de iniciar.

También nosotros hoy necesitamos a Jesús como el que  nos alimenta  y fortalece, ese pan y esa agua de vida que  sostuvieron al profeta en el desierto cuando deseaba morir. Y nosotros, conocedores de esta riqueza no debemos, no podemos guardárnosla, hay que anunciarla, compartirla, aprovechando circunstancias y momentos en la relación con los otros, no podemos callar, porque callar es como morir, es negarnos a seguir haciendo el camino, porque este tiempo es el tiempo en el que Dios actúa, el tiempo de la misericordia  y la cercanía de Dios que  quiere ser nuestro alimento, nuestra fortaleza, en el camino de cada día porque, como nos dice Jesús: " el Pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."  Y el mundo y nosotros Estamos llamados a encontrar la plenitud  de  nuestra vida  en Jesús y junto a El y con El, desvelar  el futuro.

¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!

José Rodríguez Díaz

  

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