APRENDER A SER PASTOR.
La palabra de la Eucaristía de este domingo nos habla de algo que nosotros tenemos ya bien conocido y es la figura del pastor. En esta ocasión se nos habla no solo de buen pastor, sino también del pastor que no lo es tanto, del pastor que no es bueno. Así la primera lectura que es del profeta Jeremías nos recuerda la necesidad de ser fieles al encargo que se nos ha dado de cuidar de los nuestros ayudándoles a encontrar el camino que les lleve al Señor y no lo contrario, que era lo que en su tiempo se hacia y es desde ahí desde donde el llama la atención y corrige, para que los encargados del pueblo se dediquen a su quehacer y no se distraigan ante las responsabilidades adquiridas de conducir al pueblo por los caminos del Señor, cosa que solo alcanzarán si son capaces de entregarse en cuerpo y alma a la gente desde la misión de ser enviados.En la segunda lectura nos volvemos a encontrar con Pablo en la carta a los de Éfeso y en esta ocasión les recuerda que estan en Cristo Jesús por cuya entrega generosa han sido rescatados poniendo de revés el odio que separaba y colocando en su lugar el amor que une y así es creador de paz, consuelo y reconciliación con Dios. Este es el Buen Pastor.
Y en el texto del evangelio, San Marcos nos hace caer en la cuenta de la paciencia, la bondad y misericordia de Jesús para con la gente que no les dejan usar el derecho de descansar después de la faena, arremolinándose a su alrededor y adelantándoseles en el camino. San Marcos nos dice: "Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lastima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma".De esta forma el evangelista nos está diciendo que este es el Buen pastor que no es como aquellos a quienes Jeremías corrige y es que este se entrega, se olvida de sí - su cansancio, su hambre, su sed, etc .- porque la urgencia de los que vienen buscando le apremia.
Mirando las tres lecturas nos damos cuenta de hasta donde llega la exigencia de la misión que se nos ha dado y que nosotros hemos aceptado libre y voluntariamente.
La cuestión está y estará siempre en tener la misma actitud del Maestro, por eso lo llamamos así, Maestro. Hemos de aprender de el y con el a estar en la sintonía del Reino del Padre, en comunión con el Padre y con el dolor y el sufrimiento de los hombres para que puedan encontrar el camino de la paz, del consuelo, del perdón, en definitiva, del amor y entren en el mundo de eso que llamamos salvación que no es otra cosa mas que el mundo, la vida del mismo Dios Uno y Trino.¡¡Feliz Día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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