"AQUÍ SE ROMPERÁ LA ARROGANCIA DE TUS OLAS"
Entrados ya en el verano celebramos este fin de semana el domingo XII del tiempo ordinario en donde se nos habla precisamente del mar, tanto en la primera lectura como en el texto del Evangelio que sigue siendo de San Marcos. En la primera lectura que es del Libro de Job, se nos dice que la fuerza impetuosa y a veces irracional del mar esta en manos de Dios. El mar también es creado y limitado por Dios y esa fuerza con la que se presenta y que a veces da miedo, está bajo el dominio, la potestad y sabiduría de Dios que es quien le ha puesto ahí y ha marcado sus límites. Así veía el mar el hombre del Antiguo Testamento, como algo incontrolable e indomable, pero sometido a la voluntad del Creador.
Y así es como se nos muestra en el texto del evangelio de esta semana que es de San Marcos, en donde nos encontramos a Jesús mandando al mar y a este obedeciéndole a pesar de estar enfurecido, en la tormenta, y todo en beneficio de la criatura. Dios domina el mar en beneficio del hombre, para que el hombre no perezca y para demostrarle que estando con el no hay fuerza que le pueda engullir o aniquilar robándole la vida. Porque el miedo mas profundo y radical del hombre, aunque este no se percate, es perder la vida, se arrastrado a la nada por lo irracional.
El texto de hoy nos invita a tener fe en el Señor, a saber acudir a el cuando andemos en el miedo, a percatarnos de que aunque no nos demos cuenta el sigue estando con nosotros, en nuestra vida, en nuestra barca, en medio de la tormenta, en la oscuridad de la noche.
San pablo en la segunda lectura nos invita a no juzgar a Cristo con criterios del hombre terrenal que a lo mejor lo hemos hecho, pero que no es el camino porque Cristo muriendo por todos nos ha redimensionado en una nueva vida en donde la novedad de Cristo resucitado es el motivo y ha de marcar los pasos de nuestro trascender mas allá de lo terrenal, ya desde ahora y estando aún en ello, pero aspirando a la integración total con Cristo, el hombre nuevo, cosa que estamos llamado a alcanzar si nos lo proponemos y no habrá fuerza que lo pueda impedir porque la fuerza que lo podría obstaculizar ya ha sido vencida con creces y con amor, el pecado.
San Pablo, en definitiva, lo que nos está diciendo es que con Cristo ha llegado lo nuevo, novedad que quiere envolver, conformar y transcender todo lo que ahora mismo somos cada uno de nosotros.
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR !!
José Rodríguez Díaz
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