sábado, 7 de enero de 2023

LA PALABRA DEL DOMINGO . DOMINGO DESPUES DEL 6 DE ENERO. FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO A


LAS AGUAS DE NUESTRA LIBERTAD


 Celebramos este domingo la fiesta del Bautismo del Señor  que , como todos sabemos, cierra el ciclo de las fiestas de la navidad  y nos abre la puerta al tiempo ordinario. 

 Nos encontramos celebrando este acontecimiento de la vida de Jesús con el inicio  de  su vida pública y que  según todos los evangelistas sucede  en el río Jordán  y en donde el Bautista lleva a cabo su misión. Este río es la última frontera que el pueblo   que viene del desierto,  ha de superar antes de entrar en la tierra prometida. Fue ahí donde Josué, junto con todo el pueblo, renueva la alianza de servir al Señor en la tierra que van a poseer. Este acontecimiento no nos debe pasar inadvertido al celebrar el Bautismo de Jesús  en las  aguas de este mismo rio y en manos del Bautista. Es un gesto profético el que se lleva a cabo y que apunta a un pueblo nuevo y a una tierra nueva en total  plenitud. Es la novedad del Dios  siempre dispuesto a seguir dándose y renovando todo lo creado.

La escena nos relata la presencia del Espíritu que ha de acompañar a Jesús  y el beneplácito del Dios de los padres que en el Hijo Amado encuentra su complacencia. Es una aceptación  desde dentro de la humanidad de Jesús del proyecto de Dios. Es una  teofanía  que nos revela la presencia  de Dios en el corazón de la historia desde  el corazón del hombre, el Hijo amado. Este bautismo nos habla de la vocación del Mesías que confundiéndose con los pecadores  va a liberar, desde su entrega,  al hombre del  pecado. Asume en sí el pecado del hombre para  salvar al hombre del pecado y romper las cadenas que le atan, pero se  hace necesario que el propio hombre colabore con sus propias opciones en esta obra salvadora. ( eso es convertirse y es lo que Juan pide y Jesús nos da las herramientas para ello).

La salvación está dada, pero es necesario que el hombre se la apropie y la forma de hacerlo no es otra mas que  llevar a cabo en su vida y con su vida, la acción de Dios en el mundo. Es lo que hace Jesús y a lo que nos invita.

El Bautismo de jesús es  la manifestación del plan y proyecto de Dios para con el hombre y el mundo. Nuestro bautismo, el que pidieron nuestros padres y la iglesia nos da, es el reconocimiento y aceptación de  Dios como padre, el aceptarnos y reconocernos como hijos de Dios. Estar bautizados  supone vivir  desde esa filiación divina que apunta a la plenitud, ya en esta vida  y que tiende a la  intima comunión con el Dios trinitario sin ningún tipo de reducción en lo que a nosotros respecta. Dios no anula a nadie, Dios engrandece y completa.

Esta fiesta de hoy ha de llevarnos a repensar  nuestro bautismo, lo que  ha de significar. No es un mero acto social, como  lo hemos convertido, no es  ni siquiera un acto piadoso, no, es  una apertura a la trascendencia, a la plenitud. Eso es aceptar  la filiación de divina por la que estamos  llamados ha  estar  en una continua dinámica  de reconocimiento, de crecimiento, de integración y comunión con el  Dios Trinitario: El Padre que acoge, el Espíritu que santifica y mueve  y el Hijo que se dona y  entrega.

¡¡Feliz fiesta del Bautismo!!

   

José Rodríguez Díaz

    

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