sábado, 24 de septiembre de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO . DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.

ENCONTRAR LA HUMANIDAD DE DIOS.

El evangelio de este domingo nos invita a reflexionar  sobre las riquezas y de  como, casi siempre,  endurecen nuestro corazón, nos alejan de Dios y por ende de los semejantes, que también son de Dios. Envalentonan el corazón de soberbia y prepotencia.

Jesús habla a los fariseos  proponiéndoles   sinceridad ante Dios, sinceridad que pasa ineludiblemente por la   conversión al hermano necesitado. El tema no solo es el del alimento que es de lo que aparentemente nos habla la parábola -  mesa repleta de comida mientras el otro pasa hambre y necesidad -sino  que también toca  el  tema de la indiferencia y el no querer acercarse  al sufrimiento del otro que a  la puerta, cerca, a la puerta de al lado, como diría el papa Francisco, pasa por toda clase de calamidades, la enfermedad, la soledad, el desconsuelo de  ver que nadie  se le acerca, solo los perros le lamian las heridas, se nos detalla.

También  se habla de algo que pondrá a todos en un mismo nivel, como es la muerte. La riqueza no prolonga la vida de forma indefinida y es ahí, cuando llega, que nos encontramos con nuestra  caduca realidad que nos  enfrenta a  nuestra verdad y condición sin vuelta de hoja. 

 Será  en ese momento, nos dice Jesús, el momento de la verdad , cuando  podremos esgrimir nuestra valía, que no la da la posesión de bienes, sino nuestra  misericordia y cercanía al sufrimiento del otro, nuestra solidaridad y en el fondo,  nuestra fidelidad al Dios en quien decimos creer y a quien pretendemos servir. El servicio de Dios  pasa por aprender misericordia, por  acercarnos a su misericordia y que  hemos de explicitar siendo misericordiosos con  los semejantes, no hay otra manera de  agradar a Dios, no existe otra forma de creer, no  se nos ha dado otra imagen de Dios mas que la del hermano y de forma especial,  cuando está necesitado.  ¿ Es que acaso no van por ahí las bienaventuranzas, todas ellas?

  La parábola parece una película de buenos y malos pero tiene mas enjundia de lo que a primera vista nos pueda parecer. A tener presente que Jesús habla a los fariseos  a quienes desenmascara  y pone enfrente de un espejo. La salvación es  posible, pero  se hace necesario  escuchar la Palabra y no solo escucharla o saberla , sino esforzarse por ponerla en práctica ( Ahí está  la verdadera sabiduría, el verdadero servicio, la verdadera riqueza).

 La salvación no pasa por recomendaciones e influencias, tampoco por ocultar la cabeza bajo el ala, así lo vemos en los profetas, que no callan a costa de su vida. Tampoco lo hace Jesús  y denuncia la hipocresía allí donde está, no para ridiculizar o para  ganar una batalla ideológica o dialógica de  poder, no. Se trata de algo  que  va mas allá y que en el fondo embarga la vida entera de la humanidad. Se trata de ayudarnos a descubrir  nuestros equívocos, nuestros  errores porque nos olvidamos o no queremos saber, que no nos salvamos, ni nosotros mismos, ni nos salvan nuestros bienes, ni nos salvamos solos. Este es el gran mensaje de Jesús: los hombres  tienen que ver con Dios y Dios con los hombres y la relación  es de totalidad, no puede ser que sigamos pensando a Dios por un lado y al hombre por el otro. Jesús es el paradigma de esa totalidad e inseparabilidad : Dios y hombre verdadero. Dios es nuestra humanidad y nuestra humanidad es de Dios.

   Al final de la parábola se nos  dice eso de: ni de aquí para allá, ni de allá para acá. Es cuestión personal e ineludible. La relación y el trato con los hermanos tiene que ver con Dios y de ello depende nuestra posibilidad de  estar en comunión total con   el que Es cuando pase este nuestro tiempo  si  en nuestro presente  lo hemos buscado allí donde sabemos que le vamos a encontrar.

¡¡Feliz día del Señor !!

José rodríguez Díaz

       


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