NOS QUEDA MUCHO POR APRENDER
En el evangelio de este domingo nos encontramos con dos signos que hace Jesús, uno de sanación y otro de vida nueva. Vayamos por parte. El tema lo provoca Jairo que era jefe de la sinagoga y que recurre a Jesús a pedirle la sanación de su hija, una niña que está en peligro de muerte. Jesús no se niega y acude al lugar pero mientras va de camino, una señora mayor, con una enfermedad que no la deja en paz , quiere ser sanada y, a escondidas y con mucho recelo, logra tocar a Jesús en medio de la multitud y se cura. Jesús se da cuenta de ello y quiere conocerla, liberándole así de miedos y de la vergüenza con la que ella vivía: Vete en paz y con salud, le dice mirándole.Sigue el camino y antes de llegar a casa de Jairo avisan de que la niña ya había fallecido. Lo dan todo por inútil, se le dice que ya no merece la pena, que no se moleste, pero Jesús insiste y saca a la niña de la muerte, del sueño, como el mismo dice, y se la devuelve a los padres.
Para reflexionar a partir de este texto, tenemos la insistencia de la mujer enferma que sabe que Jesús puede curarla y no ceja hasta que consigue tocarle, ese era su deseo, a trancas y barrancas, por encima de todo y alcanza la sanación y el consuelo que buscaba.
Por otro lado nos encontramos con Jairo que ante la noticia del fallecimiento de su hija , decide abandonar, Jesús ya no puede hacer nada, piensa. Pero no, Jesús devuelve la vida a la niña ante la incredulidad de los de la casa y mientras que a la mujer le ha dicho que su fe le ha curado a Jairo le dice que no tema, que basta con que tenga fe.
Son dos momentos desde donde podemos reflexionar sobre nuestra confianza y fe en el Señor: La que insiste y el que abandona, la que se deja sanar y al que hay que ofrecerle la vida para que tenga fe.En ambos caso resalta la compasión, la misericordia, la cercanía de Jesús y ese deseo de sanar el dolor de la persona sin humillar, sin poner en evidencia, no buscando la notoriedad, sino el corazón que sufre para sanarlo, para levantarlo haciendo que se sienta amado y respetado, beneficiario del amor de Dios.
Aún nos queda mucho por aprender en lo que a la acogida se refiere, ante el dolor humano, ante la falta de perspectivas de una vida que quiere salir de la oscuridad y empezar de nuevo, ante una fe que abandona, porque no encuentra armas para superar el miedo.
Aún nos queda mucho por aprender en lo que respecta a favorecer el encuentro con Jesús de aquellos que le buscan con miedo pero con la certeza de que El puede sanarles, o de los que solo buscan su favor, pero con poca confianza y abandonan ante el primer inconveniente.
Nos queda mucho por aprender...
¡¡ Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz
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