TERRENO SAGRADO.
El relato del evangelio que hoy se nos ofrece y que es de San Juan, nos habla de dos manifestaciones de Jesús resucitado a los discípulos. La primera, el primer día de la semana, que concluye con el envió, después de recibir el Espíritu Santo, a ser portadores del perdón de Dios a todos los que lo soliciten, lo busquen o lo necesiten.
La segunda manifestación se centra en la dificultad que tiene Tomás para aceptar el testimonio de los compañeros que le hablan del primer encuentro con el Señor.A primera vista llegamos a la conclusión de que no solo es el anuncio de Jesús que vive, lo que hará que sea aceptado, se hace necesario un encuentro personal con el Resucitado para que el hombre le acepte en plenitud.
Esta dificultad que tiene y manifiesta Tomás no lleva a que los demás le excluyan del grupo porque no les cree. No, Tomás sigue formando parte de ese grupo y es estando precisamente en reunión con ellos, cuando el Señor haciéndose presente le concede el favor de acercarse a El de forma especial y se le ofrece en plenitud y le invita, a lo que Tomás cae rendido.
Juan termina el texto diciéndonos que hay otros muchos relatos y que todos han sido escritos para que " creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre". Esta es la finalidad que mueve a Juan: aceptar a Jesús para tener vida en su nombre, es decir, para vivir desde, con y por El, para que nuestra vida, aun siendo aparentemente la misma, esté llena de paz, esperanza, alegría... y tengamos el coraje y el ánimo de vivir ante las dificultades con una fuerza y un talente nuevos que nos transporte hacia la solidaridad y la comprensión de los que tienen dificultades. Para atraer a los que estan o se sienten lejos del Señor, también a los indiferentes que piensas que no le necesitan, para ayudar a comprender a los que creen que Dios no les escucha, para favorecer que puedan descubrirle cerca, muy cerca.El testimonio y la acogida son fundamentales en el proceso de encuentro con el Señor de cada persona. Por tanto, no hay que asustarse y mucho menos desanimarse cuando cualquiera se niega a aceptar al Señor aún estando en el ámbito de la fe. Si sabemos aceptar y acoger tal cual, será el mismo Señor quien concluya la obra de conversión tocando personalmente el corazón de esa persona. Por supuesto que siempre está la libertad de por medio y que el Señor y nosotros menos, vamos a violentar. La fe es una cuestión entre Dios y el individuo en el que los demás podemos y debemos colaborar con todo entusiasmo y sin desfallecer con nuestro anuncio, estilo de vida y acogida, pero nada mas. Es terreno sagrado.¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!
José Rodríguez Díaz
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