sábado, 17 de octubre de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A. 

Mt. 22,15-21

LO UNO Y LO OTRO

En el texto del evangelio que se nos ofrece esta semana observamos como los fariseos y algunos mas, tienden una trampa  a Jesús con una pregunta con la que pretenden obligarle a que se defina. Es lícito acatar la autoridad del César? Es lícito pagar impuestos? Jesús se da cuenta  de la trampa que le tienden y  sábiamente responde que hay que darle al César lo que corresponde, pero !Ojo¡  También a Dios.

Si Jesús responde que no hay que pagar impuestos le van a acusar de que está contra la autoridad y por tanto es un revolucionario que sólo acarreará  dolor y sufrimiento al Pueblo.  Si dice que si, esta poniendo en solfa la autoridad de Dios sobre todo hombre. La respuesta es inteligente: Denle a cada cual lo suyo , según  condición, según corresponde.

Lo  social, lo político, no tiene por que  abolir la fe, antes bien, la fe debe llevarnos a  embarrarnos en lo político sin que esto último la anule. El hombre tiene  la autoridad que  los hombres le dan , la autoridad de Dios  le viene dada por ser quien es y está por encima y mas allá de todo y de todos.

Por tanto, creo que es una aberración poner ambas cosas a la misma altura. Los creyentes no  debemos abandonar el compromiso social , por la fe, ni lo contrario.

El compromiso social debe ser expresión de nuestro compromiso de fe. Ya sabemos aquello  que se dice:  una fe sin obras es una fe muerta y es verdad.

Es mas, lo político forma parte de la fe, pues en ello va la convivencia, el bienestar, la paz social y  todo lo que al hombre le atañe, para poder vivir una vida con dignidad, que es lo que Dios quiere y por eso que no debemos, no podemos, poner lo uno frente a lo otro, sino que ambas se complementan y se  deben ayudar para encontrar una solución  que de respuesta al hombre  integral, al hombre que es carne y es espíritu, que es inmanencia y trascendencia, que es dolor y esperanza.

También es verdad que no todos  sentimos esa llamada  y no por ello, porque muchas veces no lo entendemos,  poner obstáculos o mirar con desconfianza  a  los hermanos que sintiendo esa urgencia quieren engarzar su fe en la vida que inevitablemente les  lleva a lo social, es decir a lo político.

La virtudes teologales, no me gusta llamarlas así, tampoco voy a cambiarles ahora el nombre, tienen que ver  con todo lo que venimos  reflexionando. Las recordamos: Fe, Esperanza y Caridad.  Pensemos si esto  tiene que ver o no con lo social con lo de cada  día de nuestra vida.

 Habrá que dejarse interrogar y reflexionar.

¡Felíz día del Señor!

José rodríguez Díaz




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