sábado, 27 de febrero de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO TERCERO DE CUARESMA-CICLO C.
Luc. 13,1-9

Ni la muerte de los Galileos que fueron  mandados ejecutar por Pilatos ni la  de los que perecieron cuando cayó la torre de Siloé, son cosas queridas por Dios.  Los acontecimientos en la vida unos son provocados por los hombres y otros, por las mismas leyes de la naturaleza. Jesús cuando es preguntado por estas cuestiones lo deja bien claro:  las cosas suceden porque  vienen así o porque el hombre las provoca, no porque Dios quiera castigar a los hombres por sus maldades y pecados.
  Es el propio hombre el que se castiga en la mayoría de los casos, el que se clava en las cruces que el mismo se crea o inventa para los demás.
  ¿Entonces? ¿ Que es lo importante?, les pregunta Jesús al tiempo les propone: lo importante es que nosotros vivamos en Dios y que no andemos culpando ni a Dios ni a los otros de nuestros errores, tanto colectivos como individuales. Cada cual ha de responder  de lo que hace, de como lo hace y ha de asumir las consecuencias de es acción.  Lo nuestro les dice, debe ser evitar todo sufrimiento y todo dolor en los hombres y mujeres, lo nuestro no es andar buscando culpables para seguir justificando nuestra decisida y nuestro creernos mejores que los otros, sino  alivar a los que sufren  y para ello necesitamos estar en Dios, vivir en Dios, tener entrañas de amor misericordioso, enraizar en Dios.
Jesús con la parábola de la higuera nos quiere ayudar a entender que el Padre siempre esta dispuesto a esperar  y, aunque  su paciencia  parezca que se agote, siempre atendrá la petición del que anda en la labor, del labrador que le invita a esperar un poco mas a ver si el fruto llega, a ver si hay conversión.
 Ese intercesor, ese labrador de la parábola, es Jesús que, continuamente, se está ofreciendo al Padre por nuestra salvación y, aunque nos merezcamos el castigo, El va a ser el parachoques, el que interceda a nuestro favor, El que se va a dedicar, con cariño y esmero, a cavar nuestra tierra.
 Esto no debe llevarnos a pensar que no pasa nada, que todo el monte es oréganos o que todo lo que reluce es oro, porque ya Jesús intercede por nosotros.



 No, no nos engañemos, pues sí pasa  aunque no se note por fuera. Aunque lo  ocultemos, sabemos que ahí está ese no hacer caso que se lleva por dentro y bien escondido ocultando o disimulando el mal que hayamos podido hacer o hemos podido evitar.  Podremos disimular o aparentar que no pasa nada, pero está ahí,  royendo como una termita  los senos de nuestra alma y las buenas intenciones que puedan habitar en nuestro corazón, endureciéndolo, lo cual termina por dejarnos sin alegría, sin esperanza, sin ganas de vivir, sin tierra a la que agarrarnos. 
El año de gracia del Señor es cada año que empieza y de nuevo cada año el labrador volverá a rogar e interceder ante el amo  para que deje el árbol en pié, que seguro algo se podrá recoger de el.
 ¡¡Este es Jesús. Este es Nuestro Señor Jesucristo !! Hagámosle caso y no dejemos que el mal abunde  en nuestra vida y termine por romperla  y aniquilarla al desenraizarnos de nuestra tierra natural que es la misma vida de Dios.
Practiquemos la misericordia y nuestra vida será redimida del el mal y el pecado que nos apartan de los hermanos, de Dios y  nos extraña de nosotros mismos.
 Las tres obras de misericordia para esta semana:
 PERDONAR LAS INJURIAS: es lo mas difícil porque somos propensos a la venganza y al resentimiento. Nos cuesta perdonar, pero es la forma de ser cristianos y, al mismo tiempo, de ser perdonados.
CONSOLAR AL QUE ESTÁ TRISTE: 
Acercarnos al otro con el "aceite del consuelo y el vino de la esperanza". Son muchos los que sufren a nuestro lado. Un desahogo, una sonrisa, una palabra de aliento, pueden bastar para sacarle de su pozo. Cuando nos ocupamos de la felicidad de los otros, Dios se ocupa de la nuestra.
ROGAR A DIOS POR LOS VIVOS Y POR LOS MUERTOS: 
Rezar no es una rutina. Rezar es amar. Cuando rezamos por alguien nos solidarizamos con él, lo queremos como a nosotros mismo. No se reza para ablandar el corazón de Dios, sino para agrandar el nuestro. Rezar por los demás es llenar el corazón de nombres, de historias. Reza por los demás y sentirás lo que es la comunión de los santos
¡¡Feliz día del Señor y buena semana!! 

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