En los momentos de mayor desamparo, de mayor abandono APARENTE de lo
invisible; en esos momentos que hicieron gritar al propio Cristo, sí,
gritar de dolor, diciendo: Deus meus, Deus meus ut quid dereliquisti me?
(Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado) -Cuando te parezca que
estás solo en un infinito hostil y no tienes ni asidero ni refugio,
piensa este pensamiento capital: "Por mucho que yo me ame a mí mismo.
Dios me ama infinitamente más..." "Yo no me amo a mí mismo, sino
desde la edad de la razón; Dios, en cambio, ya me amaba antes de nacer.
¡Qué digo!, En Sí mismo me amaba ya desde toda la eternidad, desde todas
las eternidades. "Yo he estado siempre en Él (sea El lo que fuere,
personal o impersonal, esencia, sustancia o ley), y Él, al amarse con un
amor infinito, con el propio amor me amaba a mí, pues no podía amarse
totalmente sin amarme. "¿Por qué, pues, imaginar ni un solo momento
que estoy desamparado, que nadie me quiere, que algo malo ha de
acontecerme? ¿Puede, por ventura, acontecerle algo malo a Dios, en quien
VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y SOMOS?" Él me ama infinitamente: lo que me
acontezca, pues, por áspero e inexplicable que sea en apariencia, tiene
por fuerza que acontecerme para mi bien. Este pensamiento te consolará.
(Amado Nervo) |
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