sábado, 31 de mayo de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO A.

FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR.

Celebramos hoy un acontecimiento muy importante que nos lleva a reforzar la fe, la esperanza y nuestra vida de creyentes como Iglesia de Jesús. Celebramos la Ascensión del Señor a los cielos que apunta hacia nuestro futuro, esto es lo que un día esperamos  suceda con cada uno de nosotros, estar con el Padre, como Jesús, que  asciende a los cielos para estar sentado a la derecha del Padre, que es como lo confesamos en el credo.



 Jesús sube al Padre y nos deja un hermoso encargo,  nada mas y nada menos que continuar su obra,  mientra llega nuestro momento: Vayan, vayan por el mundo y anuncien la buena noticia de que Dios  sigue amando a los hombres. Todo ello acompañado de una promesa: " Yo estoy con vosotros  todos los días, hasta el fin del mundo".
Ahora se inicia el tiempo de la fidelidad, de la memoria, de la esperanza, del trabajo  hecho con amor, de la vida vivida aspirando  y trabajando por un futuro mejor. Lo mejor de todo ello es que sabemos, bien sabemos, que no estamos solos, que el Señor sigue acompañándonos en nuestro caminar,  en nuestro hacer, en nuestro empeño por seguir prolongando la historia de la salvación, en la vida de los hombres y de los pueblos.
 Dios sigue actuando, como ha hecho siempre, valiéndose de la vida de los que le aceptan,implica así a toda la humanidad  en  el proyecto de salvación que ya  desde antiguo manifestó y que se vino por los suelos por la desobediencia del hombre el cual desde  y  con otro hombre obediente: Cristo Jesús, Nuestro Señor,  ha  sido recuperado y puesto en pie, de forma que que no volverá a  frustrarse nunca mas.
No es fiesta para la tristeza, ni la melancolía, sino para la esperanza y el gozo. Es fiesta para abrir el corazón y dejar que Padre Dios siga actuando en nosotros, por nosotros  y con  nosotros porque  ha abierto definitivamente las puertas del cielo haciéndolo de la tierra.
FELIZ FIESTA DEL SEÑOR  


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