miércoles, 28 de mayo de 2014

CONFIAR EN EL ESPÍRITU SANTO


“Todo lo que tiene el Padre, es mío también; por eso os he dicho que todo lo que el Espíritu os dé a conocer, lo recibirá de mí” (Jn 16, 15)

En estas fechas, en que tantos niños y niñas reciben la primera Comunión, los catequistas tenemos sentimientos encontrados. Por un lado, la inmensa alegría de que nuevos hermanos participen de la mesa del Pan de la Vida; por otro lado, la tristeza de saber que muchos de estos niños y niñas darán por finalizado un proceso “temporal” y tardarán en volver, si es que lo hacen, a participar de la Eucaristía.


Durante varios años de catequesis hemos ido conociendo a Dios Padre, y, contemplando todo lo creado por Él, hemos ido descubriendo cuánto nos quiere y hemos aprendido a darle gracias por todo ello.

Durante varios años de catequesis hemos ido conociendo a Jesús, Dios hecho Hombre. Conocimos su forma de pensar, su forma de actuar y, sobre todo, su forma de amar.

Durante varios años de catequesis nos hemos ido conociendo, los catequistas y los niños. Hemos ido descubriéndonos, con nuestras virtudes y defectos. Nos hemos ido descarnando y hemos permitido que el grupo conozca lo más íntimo de cada uno de nosotros. Hemos llegado a ese lugar íntimo de cada uno desde dónde descubrimos nuestra existencia, donde podemos descubrir quiénes somos y qué estamos llamados a ser, y desde ese lugar buscar el encuentro con el Señor, dejarnos hablar y guiar por Él.

Durante varios años de catequesis, los catequistas hemos sido sembradores de La Palabra, no sólo con nuestra voz, sino con nuestros gestos de acogida, con nuestras miradas de complicidad y de cariño, con nuestro ejemplo…

Después de varios años de catequesis, Señor, ante la realidad que nos rodea, surge desde lo más hondo de nuestros corazones un grito desgarrado ¿Qué más podemos hacer para que estos niños y niñas te amen como te amamos nosotros? ¿Qué más podemos hacer para que se encuentren contigo, Señor, y su vida cambie para siempre?

Quizás nuestra desesperación sea por falta de Fe. Buscamos siempre la inmediatez y nos olvidamos que nuestra medida del tiempo no es la que usas Tú. Nos olvidamos que eres Tú el que nos llamas. Nos olvidamos que estos niños y niñas han recibido el Espíritu Santo y por ese motivo Tú estás siempre con ellos.

Por todo esto Señor, te pido que aumentes mi Fe, que me animes a seguir sembrando tu Palabra a los niños y niñas que me encomiendas y a confiar en tu Espíritu y en que Él hará germinar lo sembrado en la hora oportuna.
Un catequista. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario