domingo, 4 de mayo de 2014

EL VOLUNTARIO, ESE GRAN DESCONOCIDO

 Por Mary Almenara
Las personas que dedican su vida al voluntariado, pasan en la mayoría de las ocasiones, como los eternos desconocidos. Ellos hacen una labor que no es remunerada y, desgraciadamente, no siempre reconocida.
Pocas veces se habla de las mujeres y hombres, que cada día dedican su tiempo en ayudar al más desfavorecido.

A ellos les regalan  el tiempo que tienen para su familia o su descanso personal.
Existen diferentes ONG, siendo las más conocidas: Caritas Diocesanas, Cruz Roja Española o Médicos sin Fronteras. Pero no sería justo olvidar a otro tipo de voluntarios no tan conocidos.
Entre ellos tenemos a los de Protección Civil o salvamento y socorrismo, donde podemos encontrar a unos jóvenes que renuncian a sus divertimentos, para hacer guardia allá donde su presencia es requerida. Otro tipo de voluntariado es el de las catequistas cuya misión es adoctrinar a niños y adultos en la fe de Cristo y los Evangelios.
Los voluntarios de Caritas, han visto incrementada su responsabilidad, a raíz de la terrible crisis que estamos viviendo. El trabajo se reparte entre los que acuden a los comedores, donde cocinan para la clase más marginada de la sociedad, como es el caso de las personas que han querido buscar solución a sus problemas, por el camino más oscuro de la vida.
Su labor no se basa sólo en alimentarlos, pues también les proporcionan lo necesario para el aseo diario. Se convierten en sus confidentes, asesores y consejeros pues llegan en ocasiones a ocupar el lugar de los padres que no tienen.
Los voluntarios, dedicados al reparto de alimentos a las familias necesitadas, se ven desbordados ya que la demanda es cada vez mayor mientras que los recursos escasean cada día más. Las personas que, desesperadas por su situación económica  acuden a los puntos de reparto, no aceptan un no por repuesta cuando desean llevar más alimentos que los que están estipulados.
Aquí, los nervios se desatan, descargando su frustración ante unas personas que se ven desbordadas por el trabajo y  doloridas al no poder paliar una de las necesidades más básicas del ser humano, el alimento. Estoicamente, escuchan los insultos pues, ante todo son humanos, y se ponen en la piel de quien no tiene nada que llevarse a la boca.
No puedo terminar este artículo, sin mencionar a los hombres y mujeres que abandonan sus países de origen dejando atrás; casa familia y amigos, para ayudar a unas personas que están aún más necesitadas que las que tienen a su alrededor.
Viajan a lugares inhóspitos donde muchos de ellos han dejado su vida. Van a luchar por algo tan fundamental como son los derechos humanos, sobre todo de mujeres y niños. Ahí se encuentran con muros tan infranqueables como pueden ser las costumbres de cada país. Se enfrentan a políticos que no desean que sus pueblos caminen hacía delante para poder dominarlos mejor.
Pero ellos no cejan en su empeño de continuar luchando por los más desprotegidos.
Para unos y otros mi más sincera admiración.

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