CICLO A.
Ya sabemos por donde caminar.
El pasado miércoles iniciábamos la Cuaresma de este año haciendo un gesto penitencial en donde se nos invitaba a la oración, al ayuno y la limosna. Era el mismo Jesús quien nos lo decía.
En este primer domingo de Cuaresma nos encontramos con Jesús siendo consecuente con aquello a lo que nos invitaba: limosna, ayuno y oración. Todo ello en fidelidad al proyecto que el Padre pone en sus manos y al que dedicará de forma clara y contundente, los tres años que le quedan de vida. Total y enteramente al servicio de los hombres.
Jesús, como todos y cada uno de nosotros, es tentando con propuestas muy sutiles y que aparentemente no hacen daño a nadie, pero están ahí y si las analizamos detenidamente descubrimos que desde ellas lo que se intenta reforzar es el egocentrismo de la persona poniéndolo en el centro y en la picota de toda acción y opción, sin importarle nada mas, ni siquiera que el mismo Dios sea utilizado: Nada ni nadie pueden frenas tus aspiraciones sean las que sean y vengan de donde vengan.
Lo importante eres tu y solo tu, ni el mismo Dios siquiera se puede interponer en tu camino con tal de que alcances la gloria, el poder, el honor y el aplauso de la gente que anda deseosa de un líder carismático y a quienes lo que les importa, en muchas de las ocasiones, es llenar el estómago venga el pan de donde venga.
La fortaleza que tiene Jesús para afrontar esta propuesta y desbancarla está en la confianza absoluta de la cercanía y la bondad del Padre fiel, en la palabra y en la oración.
Son tentaciones que van a acompañar a Jesús a lo largo de su vida, hasta en la cruz.
Tambien se hacen presente en la historia del hombre, de todo hombre, que busca ser fiel a Dios, a la vida, a los demás, a sí mismo.
Las encontramos y se dan de miles formas a lo largo de nuestra vida cristiana y viven agazapadas y con diferentes rostros tambien en el seno de la Iglesia: Parroquias, comunidades, grupos, personas. Hay que estar al tanto con ellas para descubrirlas y no dejar que hagan mella en la vida de comunión, entrega, generosidad y confianza que el mismo Maestro nos propone y que un día nos entusiasmó y por el que nosotros queremos caminar como cristianos y como Iglesia del Señor.
Insisto, no podemos descuidarnos ni con ellas ni con nosotros porque, cuando menos lo pensamos, aparecen mostrando toda su fuerza de seducción y arropadas por razones que en la mayoría de los casos son excusas sin valor y que solo intentan reforzar nuestras actitudes y opciones, aunque en el fondo sepamos que son equivocadas. Inflan nuestro egoísmo, nuestro yo particular y no favorecen para nada el que la Iglesia sea la de Jesús.
Siembran el desconcierto, la destrucción de las comunidades, de las parroquias, hacen raquítica la fe y terminan por agredir al hombre en su dimensión mas noble que es la espiritual la cual se manifiesta desde la generosidad y entrega solidaria. Se pierde la sintonía y el afecto a Jesús el cual lo hace todo por amor, con actitud generosa de entrega y a quien siempre debemos imitar, tambien a la hora de vencer las tentaciones. Su actitud en el desierto nos muestra el camino hacia el Padre.
FELIZ DÍA DEL SEÑOR.
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