sábado, 28 de diciembre de 2013

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO DE LA INFRAOCTAVA DE NAVIDAD.
LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ.

En este primer domingo después de la fiesta de Noche Buena y la Navidad, se nos propone la familia de Nazaret como modelo y proyecto de Dios para todos nosotros.

 Así nos encontramos en el texto de San Mateo a la   Sagrada Familia que tiene que huir hacia Egipto porque Herodes quiere matar al Niño, para luego regresar cuando aquel fallece. La intervención de Dios en la historia  sigue haciéndose necesaria ante las dificultades que van surgiendo y que son provocadas por  la sin razón del hombre cuando este solo actúa desde sus propios intereses.
 En el fondo hay un proyecto de salvación para el hombre  por parte de Dios y al que  muchos se oponen y van a dificultar. Sera la tónica  que va a predominar a lo largo de la vida de Jesús  y de todos los que, como Jesús, quieren hacer el bien.
 Por otro lado, es una llamada, una advertencia, a los que como esta familia, aceptamos el proyecto de Dios en nuestra vida: hemos de estar dispuestos a vivir desentrañados de lo nuestro con tal de que ese proyecto salga adelante. Hemos de estar siempre atentos a la Palabra para poder descubrir  lo que se espera de nosotros en cada momento.
La familia de Jesús, en concreto, se ve obligada a vivir en una tierra que no es la suya con todo lo que ello reporta y en espera de tiempos mejores, para poder volver al lugar que les vio nacer. Es ese escribir derecho de Dios en los renglones torcidos  que el hombre va trazando.
Es así y solo así, cómo la Historia de la Salvación va encontrando cumplimiento, entre luces  y sombras, entre certezas y dudas, entre penas y alegrías, entre Dios y los hombres. Solo una cosa va ha hacer que encuentre cumplimiento y es la fidelidad. La fidelidad entre Dios y el hombre. Fidelidad mutua que a veces se ve empañada por oscuros deseos y proyectos que terminan dejando herida a la humanidad y sin camino cierto por el que marcar sus pasos. Cuando el hombre  se empeña  en hacer su propio camino llega un momento en que no sabe por donde ir porque su horizonte es tan pobre y estrecho que no es capaz de  hacerle descubrir posibilidades de ir mas allá de sí mismo. Solo en y desde Dios se encuentran y abren caminos nuevos para la humanidad.
Se trata de aunar voluntades ante un proyecto que no está despaldas a la vida humana y que por tanto no debe ni puede hacernos olvidar nuestra condición, nuestros anhelos mas intimos de paz y concordia. En una palabra, de amor. De amor que no es solo amor nuestro, sino también amor de Dios, que tiene que ver con nuestra realización tanto personal  como colectiva.
 Y la Familia... aparece como núcleo y centro de  relación y superación necesarios en donde el hombre encuentra y descubre  su propio proyecto y algo mas trascendente aún,  que es hijo de Dios. 

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