DIOS EN BUSCA DE PADRE
Entramos con este domingo en la puerta última del adviento que nos lleva derechitos a la fiesta del nacimiento de Jesús, pero aún nos queda dar el paso y vamos a ello con alegría y entusiasmo, porque es que ya está ahí al alcance de la mano.
La primera lectura nos zambulle de lleno en el empeño de Dios por estar junto a su pueblo aunque el rey Acaz no quería porque le interesaba mas pactar con reyes paganos que confiar en el Dios de la Alianza.
No obstante, aunque se ve despreciado, Dios hace la promesa de estar con ellos. Eso es lo que significa Enmanuel : Dios- con - nosotros. Esto nos habla de la fidelidad de Dios a prueba de bomba, como dirían hoy los chavales y de su amor por los suyos hasta donde sea, hasta el final.
El texto del Evangelio nos sitúa en la duda. Otro hombre que duda pero que se deja conformar y pacificar por la Palabra de Dios y acepta el proyecto que en sus manos se pone. Es decir, tenemos a dos hombres que dudan: uno, el Rey, que decide pactar con reyes paganos, bajo la excusa de no querer tentar a Dios y el otro, José, que también duda, piensa una salida honrosa, pero ante la propuesta, acepta: toma a María tu mujer, porque lo que hay en ella es obra del Espíritu Santo.
El primero le negó al pueblo la posibilidad de mostrar su confianza en Dios, el otro facilita que el pueblo pueda tener a Dios corriendo por sus calles y mezclándose entre ellos.
Es de admirar la tozudez del mismo Dios y digamos que, su obsesión por el hombre, porque el hombre se encuentre y sea feliz.
La pregunta que me viene es la de preguntarnos donde se sitúan nuestros "noes" o nuestros "síes", en que medida son positivos en relación con el bien, la verdad y la felicidad de los demás con la que está la nuestra engarzada.
Dos hombres, Acaz y José, pertenecientes a una misma casa, a una misma familia, portadora de la Promesa, la casa de David.
Dos respuestas la del "no" y la del "si" y Dios en medio queriendo restaurar definitivamente la relación que el hombre rompió. Deseo al que el hombre se opone, hasta que se encuentra un hombre justo y fiel, que no le importa olvidarse de si, y se hace posible que en Belén brille una nueva esperanza para toda la humanidad.
Dos hombres, tu y yo, pertenecientes a una misma casa y a una misma familia: La Iglesia. Dos posibilidades de respuesta ante la palabra de Dios. Se hace urgente preguntarnos cual está siendo si si o si no.
Dios sigue buscando padre y madre que le acojan en el mundo, le porten y le guarden, para que los hombres le puedan seguir encontrando y disfrutando.
Feliz cuarto domingo de Adviento
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