SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO: LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
"En el desierto ... caminar"
Nos acercamos este domingo hasta el al altar para celebrar la Eucaristía con la esperanza renovada y la alegría en el corazón, motivado todo ello por la presencia de la Virgen María en el Adviento.
Ella es como brisa suave que refresca nuestro rostro sudoroso y con señales de cansancio, de tanto andar de camino por el desierto en el que estamos sumergidos.
Somos invitados a acercarnos y beber en el pozo de la Palabra, de sus aguas cristalinas y siempre frescas.
Nos encontramos con la juventud siempre eterna de un Dios que se mira en los suyos y que siempre esta dispuesto a favorecer la creación y a recuperarla desde el hombre, desde el mismo hombre que la había roto y manchado. Así, aparece lo figura de María - la mujer, tanto en el primer texto que nos remonta a los orígenes de la relación del hombre con Dios, que fue tronchada, como en el texto del Evangelio en donde, después de mucho tiempo transcurrido y de muchos intentos, por fin, Dios, se decide y se arriesga a tomar nuestra condición humana para recuperar aquel primer proyecto que fue fallido y que solo El podía recuperar, ponerlo de nuevo en pié y llevar a cabo, haciéndose hombre y tomando nuestra naturaleza, pero sin mancha.
Y aparece María, la Inmaculada Concepción y aunque fue necesario su sí, Dios, como nosotros, que cuando nos interesa algo nos fijamos bien donde ponemos nuestro ojos, escogió a María, no podía ser otra mas que ella y, desde ella y por ella, se nos cuela en el mundo de forma nueva, diferente y sorprendente, ¡¡Se hace hombre!!
Mirando el asunto en términos gananciales nos preguntamos por la ganancia de Dios en todo este tema y de nuevo quedamos sorprendidos cuando descubrimos que no gana nada, que el único que gana es el hombre que es por quien y para quien se lleva todo a cabo y así, Dios, se manifiesta como Dios - Amor, personal y transferible. Deposita con nuevos parámetros su amor en el corazón del hombre, con decisión definitiva y firme.
De esta forma, nosotros hoy, al caminar por el desierto, ya tenemos guía que nos oriente, sabemos lo que hemos de buscar o mas bien, a quien hemos de buscar y donde le podemos encontrar.
Con María hacemos camino y al hacerlo nosotros, lo hace toda la humanidad, se trata solo y simplemente de decir sí, como sucedió un día, allá en la aldea de Nazaret, y todo empezará a ser de manera sencilla y humilde, pero con vigor, nuevo y sorprendente.
Y podremos exclamar junto con el " Hágase en mi según tu palabra", aquello otro de "Porque para Dios no hay nada imposible"
Feliz día del Señor.
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