COMO UNA OLA.
Acercándonos ya al final del tiempo de Pascua nos encontramos que en este domingo sexto Jesús anda de despedida de los suyos y lo hace dejando varios regalos: su amor, la alegría, su amistad y la gran recomendación de amarnos unos a otros. Como vemos, es un texto este del capìtulo15. 9-17 de San Juan, que no tiene desperdicio, otra cosa muy importante que no se nos debe escapar, es el de la relación, el conocimiento del Padre desde la certeza de una elección que ha sido hecha por y en favor nuestro; si, a ti y a mí; de forma personal e intransferible. Dios quiere que la humanidad se salve y eso lo posibilita no de forma anónima y global que si, sino que prefiere el tu a tú, la individualidad que ha de llevar a la globalidad del genero humanos. Descubrimos desde ahí que lo grande se gesta y realiza desde lo pequeño. Ese es el estilo de Dios. Si miramos la historia de la salvación nos damos cuenta de que todo empieza como algo que germina de forma anónima y sin casi importancia, sin escandaleras, para terminar por ser algo que embarca, abarca y embarga a la humanidad entera; que se expande a toda la creación, porque todo está en la mente de Dios, en El, que es origen y meta, de donde viene, se sostiene y alimenta la vida, la creación, el universo entero. Por tanto, es la hora del amor.El hacer morada en el, ese estar en Dios del que nos habla Jesús es lo mismo que nos dice Juan en la segunda lectura, eso es fruto del mismo amor que se nos ha dado y desde el que se nos invita a vivir, ese amor que, como fruto, tiene la paz, que da consuelo y serenidad dejando germinar la alegría como hierva a orilla del rio que siempre está frondosa y verde porque el calor del estío no le hace daño. Nada de miedos, nada de temores e incertidumbres, nada de dejarnos ganar por lo impreciso e incorrecto, nada de “a ver que es lo que pasa” porque las palabras del Señor son ciertas y seguras, descanso para el alma y alivio para nuestro cuerpo. Hay que luchar, pero cuando se sabe por que, para que y con quien se lucha, esta, la lucha, se convierte en gozo, el dolor en alegría y la incertidumbre no existe porque gana la certeza; el cansancio se convierte en descanso del alma. Es lo que hemos oído en la segunda lectura: Dios en medio de los suyos, llenando, completando y llegando a todos, iluminando, renovando y rejuveneciéndolo todo, esa es la apoteosis.
En la primera lectura vemos como la lucha, el esfuerzo por permanecer en el Señor a pesar de las adversidades el lo recompensa, conduciendo y aliándose con los suyos aunque el sufrimiento, muchas veces, impida descubrirle entre los entresijos de las pequeñas o grandes batallas que nos toca librar. Esa lucha por la verdad es dolorosa la mayoría de las veces, sin embargo, cuando lo hacemos desde, con, por y en el Señor, se convierte en remanso, fortaleza de la fe y paz en llegando a la orilla que anhelamos siendo mas fuertes en el amor por la seguridad que da su presencia, su palabra.Podemos decir que en este domingo de las recomendaciones y despedida de Jesús, el pone en nuestras manos las herramientas para librar el envite de fidelidad a la elección de la que somos objeto por su amor y su palabra, con la gran recompensa de la paz de sabernos amados y elegidos por el Padre.
¡¡ Feliz día del señor !!
José Rodríguez Díaz
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