El Papa Francisco cambia la perspectiva y pide un cambio de mentalidad para que el mundo sea más inclusivo y las personas con discapacidad puedan participar plenamente en la vida social. Lo hizo durante la audiencia con los representantes del primer G7 Inclusión y Discapacidad bajo presidencia italiana, que concluyó ayer en Umbría, después de tres días de discusión y debate. Al final de la cumbre se firmó la «Carta de Solfagnano», fruto del trabajo sobre «temas fundamentales -explicó el Papa- como la inclusión, la accesibilidad, la vida independiente y la valorización de las personas». Temas que están conectados con la visión de la Iglesia sobre la dignidad humana.
En efecto, cada persona es parte integrante de la familia universal y nadie debe ser víctima de la cultura del descarte, nadie. Esta cultura que genera prejuicios y hace daño a la sociedad.
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