A PESAR DE LAS OSCURIDADES
En este domingo el texto de la Palabra que se nos ofrece para reflexionar sigue siendo, como no puede ser de otra forma, de San Mateo. Leemos en el capítulo 25 en donde Jesús habla a los discípulos sobre la fidelidad en el trabajo con la parábola de los talentos. Como preámbulo tenemos en la primera lectura que es del libro de los Proverbios, el elogio a la mujer, madre de familia, que se ocupa de que todo en casa funciones y que no anda ociosa.
De todos es conocida esta parábola de los talentos: el amo que se va de viaje poniendo en manos de sus empleados sus bienes y según sus capacidades, para que los hagan fructificar. Es una forma de advertirles de que no estén ociosos, de que hagan valer allí donde estén y con lo que cuentan, las riqueza que han recibido. No se nos escapa que Jesús les está hablando del Reino. Reino que pide esfuerzo, trabajo, dedicación y cariño, entrega y que hay que hacer visible en en el mundo, en la vida de los hombres.
Es un invitar a estar alerta, a no dejarse engañar, a no ser negligente, es un ayudarles a reconsiderar que el Reino exige y pide dedicación, entrega, riesgo. El miedo y la prudencia excesiva no tienen cabida en este servicio que el Señor pide y para lo que da a cada uno según sus capacidades, de forma que puedan llevar adelante la empresa que se les encomienda.
El amo no va a estar, se va, pero encarga a los suyos aumentar su riqueza poniendo en juego los dones recibidos.
Vendrá y pedirá cuentas y dará a cada cual , además de su reconocimiento con el elogio de su fidelidad, según lo fructificado.
Es una llamada al esfuerzo fiel en el servicio al Señor prolongando su presencia en la ausencia.
Y ese es nuestro trabajo, ahí está nuestra labor, no caben miedos y perezas, se hace necesario ponerse manos a la obra y cada cual desde donde está, con lo que ha recibido y desde el momento que le toque vivir.
La iglesia está llamada a servir, a servir a su Señor y sabemos que ese servicio pasa por el cada día. por el encuentro con el otro y desde la misericordia, la fidelidad y la transparencia. No es tiempo para andar con miedos y siendo ociosos, es tiempo de poner en juego lo que hemos recibido y no de esconderlo, es tiempo de anuncio y de valentía, de amor y solidaridad, de compartir y de fidelidad al Señor en los hombres y mujeres que buscan y no encuentran, que estan tristes, que sufren o están alegres, porque todo, todo, le interesa al Señor , porque su reino ya está y hay que hacerlo patente en el devenir de los días aunque nos parezca que la tiniebla del mal lo oscurezca. La victoria es del Señor y siendo del Señor, también es nuestra.
No dejemos que nada ni nadie nos robe el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones de forma que andemos como hombres y mujeres sin esperanza, tristes o acomplejados. Lo nuestro es la esperanza y esa certeza de que el Señor vendrá y llevará a éxito nuestro trabajo y nuestro esfuerzo.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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