NO PERDER EL ÁNIMO
Los textos de este domingo nos hablan de una de las realidades que con frecuencia conforma la vida del que anuncia la Palabra de Dios y que no se puede evadir ni tampoco minimizar: el sufrimiento.
No es algo que ha de buscar el anunciador, pero tampoco debe intentar evadirlo. El sufrimiento conforma, es parte del anuncio de la Palabra de Dios, porque es que resulta que el anuncio que se hace no va a gustar a todo el mundo, va a poner en evidencia el bien y el mal. Interroga, pone a las claras cual es la situación de hombres y las mujeres ante Dios y en relación a la vida.... el cada día... cual está siendo su respuesta... y esto no a todo el mundo le va a gustar, unos lo aceptarán otros no querrán oírlo y otros erradicarlo porque les pone en evidencia ante los demás y es ahí donde se cuaja la situación. No es que Dios lo quiera, no es que el anunciador lo busque por que sí, también es algo que no se se puede eludir, porque llega y llega, normalmente, de manos de los poderosos, de los que viven de espaldas a la vida, la transparencia y la trascendencia, de los que no quieren aceptar a nadie por encima de ellos y por tanto y mucho menos a Dios. Y el anunciador no puede callar, su fidelidad le lleva a anunciar en todo lugar y hora y a todo hombre. Y la palabra de Dios, muchas veces, duele porque nos avoca al cambio, cambio que en muchas de las ocasiones no queremos, no aceptamos porque significa reconocer el equivoco, bajarnos de nuestras torpezas, reconocer a Dios como el único que nos salva y empezar de nuevo... todo el mundo no está dispuesto a ellos y , es mas, se defienden pensando que es una agresión o intromisión, un querer robarles la libertad.Con frecuencia recordamos que Jesús hace grandes promesas de paz y da palabras de consuelo, si, es verdad, pero también y junto a ello, dice que no siempre serán bien acogidos ni nuestro anuncio ni nuestra personas y que en muchas ocasiones estaremos en el punto de mira de los descontentos, de los que no quieren aceptar o de los que quieren manipular sirviendo a dos señores.
Esto es una realidad que no nos debe escandalizar. Hemos de aceptarla y tenerla muy presente, para no tirar la toalla a la primera de cambio ni tampoco caer en la tentación de contemporizar agradando a los que nos escuchan, eso es peor que callar y no anunciar.¡¡ Feliz día del Señor "
José Rodríguez Díaz
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