" CEÑIDA LA CINTURA Y ENCENDIDA LA LÁMPARA"
En el texto del evangelio de este domingo nos encontramos a Jesús que invita a los discípulos a saber esperar tensando el tiempo de la fe en la confianza de la palabra que se les ha dado. Saber estar en vela, saber esperar a pesar de las dificultades que cada día acarrea. Es ese estar preparados, tensando el arco de la confianza en que el Señor vendrá y cumplirá con creces su palabra. Esto hay que aprenderlo
Jesús sabe que no es fácil sacar adelante el cada día permaneciendo en fidelidad y por eso advierte y anima a saber trascender las ocupaciones en que debemos empeñarnos mirando mas allá de lo concreto sin olvidarnos del presente donde hay que rebuscar en los quehaceres hasta encontrar en ellos al Dios de la vida y la esperanza.
El seguimiento y fidelidad al Señor tiene la doble dimensión del " aquí - ahora y el más allá" , es la tensión entre la trascendencia y la inmanencia y ahí es donde se fragua la fidelidad y donde la fe adquiere esa dimensión que lo envuelve todo estando anclada en la realidad que es donde la gracia y la presencia de Dios se objetivan. Ante esto descubrimos nuestra propia realidad que se muestra débil y quebradiza, pues como decía San Pablo, no hago lo que quiero y lo que no quiero muchas veces, me puede.
¿Dónde? ¿Desde donde podemos avanzar? ¿ Con qué herramientas contamos para avanzar en permanencia y fidelidad?Lo primero es la confianza en la palabra del Señor y lo segundo y muy importante , la oración. Oración que nos ha de llevar a reconocer nuestra contingencia, nuestra flaqueza y debilidad , a reconocer que la salvación es obra de Dios en nosotros. Ese permanecer fiel del que habla Jesús es importante que lo tengamos presente, muy presente. Permanecer fiel haciendo lo que se nos ha dicho a pesar de debilidades y errores... a pesar del tiempo. Y ese servir el Señor a los suyos, a sus servidores, del que se nos habla en el evangelio, está imbuido de la fidelidad del Señor que sostendrá a los servidores en el servicio que se esfuerzan por hacer bien cada día a pesar de lo intempestivo de los momentos.
No dejar que el ladrón haga de las suyas y como sabemos que puede venir en cualquier momento, estar preparados, pertrechados, con las armas de la fe, la oración y la caridad y sin dudar en ningún momento de la fidelidad del Padre manifestada en el Hijo Amado y reforzada con el amor del Espíritu. Esto nos ayudará, sin duda, a vivir teniendo ceñida la cintura y encendida nuestra lámpara.¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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