sábado, 28 de diciembre de 2019

LA FAMILIA “ESCUELA DE FE” – CONDICIONES BÁSICAS


Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la capacidad de la familia actual en la socialización de las nuevas generaciones. Mientras algunos (José Antonio Marina) ponen todo el peso en la educación escolar, otros (Luis Rojos Marcos, Javier Elzo) insisten en el papel esencial de la familia. Este último se expresaba recientemente en los siguientes términos: «En mi opinión, el asunto de fondo es que todavía no nos hemos tomado en serio la importancia de la familia como agente primero de socialización y educación. La familia fue, es y será muy probablemente, en el futuro inmediato, el primer agente de socialización de los niños y preadolescentes. Otra cosa es que los padres lo hagan más o menos bien, sean más o menos conscientes de su insustituible papel, estén más o menos capacitados para llevar a cabo su labor, o que la sociedad, en fin, reconozca esa labor..»
Si se piensa en la socialización de la fe, el panorama aparece, sin embargo, bastante sombrío. La actual crisis religiosa ha afectado, como es natural, a la familia, verdadera «caja de resonancia» de cuanto ocurre en la sociedad. Ya no se puede decir que la familia es una «escuela de fe». Por lo general, lo que se transmite en muchos hogares no es fe, sino indiferencia y silencio religioso.
No pretendo en esta modesta reflexión entrar en análisis de carácter sociológico o pedagógico. Quiero darle a estas líneas un tono positivo y práctico. Estoy convencido de que, entre nosotros, la familia es el espacio en el que se está jugando, en buena parte, la fe o la increencia de las nuevas generaciones. Por eso las cuestiones que me preocupan son estas: ¿cómo pueden ser hoy nuestras familias lugar de socialización de la fe?; ¿qué podemos hacer que no estamos haciendo?; ¿cómo ayudar desde la comunidad cristiana a la familia en su labor educadora?
Situación compleja
Una aproximación sencilla a la realidad religiosa de las familias permite constatar una situación variada y compleja. 
* Hay familias que mantienen viva su identidad cristiana. La fe sigue siendo en ellas un factor importante en la configuración de su hogar. Los padres tienen sensibilidad religiosa, aunque no acierten muchas veces a transmitir su fe a los hijos. Tal vez son un grupo más numeroso de lo que se piensa. Si encontraran un apoyo más firme y cercano de la comunidad cristiana, estas familias vivirían la fe de forma actualizada y harían de su hogar un ámbito gozoso de socialización del evangelio.
* Hay un sector importante de familias donde lo religioso está quedando como «excluido» del hogar. Los padres se han alejado de la práctica religiosa y viven instalados en la indiferencia. Se bautiza al hijo, se celebra la primera comunión, pero no existe preocupación real por transmitir una fe que no se vive. Está creciendo incluso el número de padres que se oponen a que sus hijos tengan una iniciación cristiana. El hijo sólo respira en su hogar hostilidad a lo religioso, crítica sistemática o burla.
* Está creciendo también el número de familias con problemas y conflictos graves que, de hecho, impiden un planteamiento religioso normal. No es fácil la vivencia y transmisión de la fe cuando la familia está desestructurada, cuando se está viviendo de forma crispada la separación de los esposos, cuando los hijos quedan como «perdidos» tras el divorcio de sus padres, cuando el hogar se convierte en un campo de combate y disputa permanente o cuando se vive la angustia del paro.

Nota
Para ampliar el tema  puedes acudir a la página de la Diócesis y lo puedes hacer desde este mismo blog

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