viernes, 17 de mayo de 2019

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO QUINTO DE PASCUA.
 CICLO C
Jun. 13,31-33a. 34-35.

HACIENDO MEMORIA: " OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS "
    La alegría que encontramos en el Resucitado nos lleva ha hacer memoria de su palabra, de sus gestos, de su vida, para entrar mas profundamente en lo que  debe significar para cada uno de nosotros  y para toda la  iglesia, ser de lo suyos. Hacer memoria del Señor, creer en El, ahondar en  su vida, se hace necesario para los que hoy queremos seguirlo.


       Pasado, presente y futuro se vienen a nuestra existencia como un uno que debe determinar nuestro comportamiento, nuestro existir cristiano.
  El texto del evangelio de esta semana  nos lleva al momento de la  última cena en donde Jesús acepta su destino, que no es otro que manifestar con su vida el amor, la misericordia del Padre a lo hombres, pase lo que pase. El  Padre es glorificado desde esta fidelidad y por ella el Padre también le glorificará, mostrándole su complacencia, su amor  y en ello y desde ello, a todos los hombres. El proyecto de Dios para con los hombres, fundamentado en el amor  y el cual el hijo manifiesta, es mas fuerte que  el pecado y la muerte. Jesús  manteniéndose firme en esta convicción, resiste al pecado no cediendo ante la traición de uno de los que se sienta a la mesa. Por esa traición será llevado a la muerte y ahí esta la ocasión de que el Padre le muestre su amor y le glorifique por su fidelidad hasta la entrega total.
    Ante la evidencia de los hechos que cada vez  va a ser mas transparente y conocida por los miembros del resto del grupo, Jesús  da un mandamiento nuevo: " que os améis unos a otros como yo os he amado". En el fondo les esta diciendo, nos dice, que  no debemos dar cabida en nuestro corazón al odio, a la venganza o al desprecio, eso no tiene  nada que ver con el amor de Dios.  Lo mismo que el Padre y yo  así también  ustedes y les dice que es por el cumplimiento de ese mandamiento nuevo del amor  por lo que  se reconocerá que son discípulos suyos, que realmente han aprendido con El, que están en y  con el Padre, participando de sus sentimientos y de su proyecto de vida.
  Esa es la gloria del Padre y por la que el Padre también nos glorificara a nosotros mirándonos como hijos amados en el Hijo amado y predilecto, a quien hemos querido escuchar y seguir.
¡¡¡Feliz día del Señor!!!


     





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