viernes, 19 de abril de 2019

VIERNES SANTO 2019

FUE UN VIERNES A LAS TRES DE LA TARDE.
En este día de Viernes Santo cobra protagonismo la muerte del Señor y junto a ello, con todo lo que significo, la cruz donde fue cosido como un  despreciado, según  el profeta Isaías. Si, la cruz va a ser ofrecida como elemento de adoración en la liturgia de esta tarde porque en ella murió Nuestro Señor Jesucristo.

  Esta cruz de Cristo  nos conmueve y nos llama a la solidaridad, porque esa cruz es por un lado, anunciadora de vida y  amor y por otro lado nos esta remitiendo al dolor y al sufrimiento de tanto nuestro como el de los hermanos: los que sufren hoy cerca  o lejos de nosotros., a veces llega a nuestra vida y sabemos lo que duele.  Esto no quiere decir que  deje de ser signo y señal  de la Salvación de Dios.
 La cruz se convierte así en un signo contradictorio  pues lo mismo que  nos habla de sufrimiento y de muerte, también nos habla de esperanza y de la revolución del amor del Padre que  quiere salvarnos y nos muestra, por la muerte del Hijo amado, hasta donde alcanza su amor.
 La cruz, las cruces, el sufrimiento, forma parte de nuestra existencia y me atrevo a decir que,  sin ese sufrimiento, sin la cruz, nuestra vida queda anodina, le falta el sabor de saber y haber compartido con el Maestro el dolor, pequeño en comparación con el suyo, pero dolor a fin de cuentas. Dolor que nos ayuda a entender.
Esta tarde besaremos la cruz, se besa a quien se ama y ese beso ha de ser expresión de lo que sentimos y sabemos envuelto en el amor... nuestro beso  ha de ser signo de amor.
   Mirar a lo alto, contemplar al que pende  del madero nos ha de llevar a mirar  a nuestro alrededor porque el que en ella muere nos impele a que nos cuidemos los unos a los otros... ya nos lo dijo el Jueves Santo: amanse, como yo os amo. Ese amor no  puede, no debe,  quedar  en palabras o en hechos ya acontecidos.
 El sigue amando hasta el final  y nos lo muestra en su final, cuando  es capaz de consolar al que le pide ayuda y pide perdón y de perdonar y  disculpar a todos los que le han llevado a esa situación de muerte que  el Padre transformará en gloria
Mantenido por su fidelidad y por  la confianza en el Padre, Jesús completa su obra de salvación  y estará hasta el último instante  tendiendo la mano al que lo necesita, al que le busca y le abre su corazón y al que  le hiere, le perdona y disculpa.
Este es nuestro Señor Jesucristo y ahí radica lo novedoso y revolucionario de su vida y de lo que con ella y desde su entrega total y absoluta nos muestra y a lo que nos invita.


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