sábado, 19 de septiembre de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
 Marc. 9,29-36

 LA PREOCUPACIÓN DE LOS DOCE

 Descubrimos  en el texto de esta semana que el anuncio que hace Jesús de su pasión desvelando la misión y el final de Mesías levante revuelo entre los discípulos que no terminan de entender y  se preparan para  sustituir al Maestro cuando suceda todo . No se atreven a preguntar pero lo van discutiendo por el camino mientras llegan a casa. Jesús se da cuenta de que algo sucede  y les pregunta  el motivo de la discusión que se traían entre ellos. No se atreven a contestar.



  Con paciencia y  solemnidad  (se sienta) llama a los doce y les instruye. No es para menos, el asunto lo requiere pues se trata de desvelar los sentimiento  que mueven  y dinamizan su ser Mesías y que ellos  no solo han de conocer, sino también hacer propios. La figura del niño es muy elocuente para darles a entender: No se trata de ser servido sino de servir, no se trata de exigir derechos, tampoco se trata de encumbrarse por encima de los demás, se trata de todo lo contrario, todo ello realizado, llevado a cabo en su nombre. Ahí esta lo que nos ha de diferenciar de los hombres que hacen el bien en el mundo, que no son pocos, pero  que lo hacen por una ideología de partido o por un humanismo sin Dios. Nuestro hacer por el hombre y la sociedad no son, no deben ser, respuesta a una ideología, sino una exigencia del compromiso contraído con Jesús  que a su vez, es compromiso con el hombre y el mundo de hoy. Apostamos  con el Señor por un hombre nuevo y un mundo mejor a pesar de las dificultades.  Todo esto supone y significa que nos hemos de olvidar de nosotros mismos en muchas de las ocasiones, para poder llevar a cabo y seguir adelante con la misión de Jesús y que el no encomendó.

 En todas las sociedades los que están al servicio de los demás, los que han de servir son,  casi siempre, por no generalizar, considerados de inferior categoría.
Jesús invierte está  idea y su dinámica pues nos dice y nos propone: "El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos".
  Es esta una lección  que nunca debemos dar por sabida pues todos, en varios momentos, hemos  experimentado que el egoísmo, el afán de poder, la sutileza de la tentación, siempre estan al acecho y cuando menos lo esperamos se convierten en realidad 
Esta tendencia suele aparecen en  cualquier circunstancia, trabajo, casa, escuela, parroquia, en  donde se dan las relaciones humanas. Por tanto, se hace necesario lo que decíamos,  estar alerta para que no se desvanezca la enjundia del evangelio, lo  que lo hace cercano y aporta una hermosa y prometedora carga de esperanza al hombre de hoy, al mundo. Nadie es mejor que nadie, todos somo siguales ante Dios. Lo sabemos, pero ¡¡ cuanto nos cuesta llevarlo a cabo!!
 Feliz día del Señor.

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