Domingo Trece del Tiempo Ordinario. Ciclo B.
DEJARNOS TOCAR.
Mrc.5,21-43
Hoy somos invitados a acompañar a Jesús a casa de Jairo, jefe de la sinagoga y padre de una niña de doce años que está muy enferma. No se menciona el sitio concreto donde esta la sinagoga, solo se dice que Jesús esta a la orilla del lago y que hasta allí se acerca Jairo para rogarle por su hija: " Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva".
De camino a casa de Jairo nos encontramos con lo que podríamos interpretar como un inciso, pero que no lo es. Ambos acontecimientos están íntimamente relacionados: la mujer con fujos de sangre y por ello impura, que a escondidas busca la sanación de su cuerpo en Jesús sabiendo que con solo tocarle la orla de su túnica, quedará sana.
La noticia de la muerte de la niña eleva la tensión del relato pues acaba con las esperanzas de los que buscaban la solución. No obstante, Jesús, desprendiéndose de los que le seguían y escogiendo a tres de los suyos y después de pedirle a Jairo que tenga fe, se va hasta la casa y allí, tocándola y hablándole, le devuelve la vida a la criatura y se la entrega a los padres.
Nos volvemos a encontrar con el "tocar". Primero, la mujer que busca la forma de poder tocarle y después Jesús, que toca a la niña, una muerta, también impura. Ambas situaciones, enfermedad y muerte son el látigo que atosiga a todo hombre, a cualquier hombre, desde siempre.
Jesús, sin tener presente la ley que prohibía estos gestos y ante tales situaciones, lo hace, o no los evita o impide. Rompe con el miedo a Dios, al castigo irracional. Abre las puertas del perdón y la misericordia, las de la compasión y la cercanía al dolor y al sufrimiento y enfila la fe hacia el varadero de la vida nueva, de la resurrección, que son expresión y culmen del perdón y el amor del Padre.
Pero hay algo anterior a todo esto y es que, tanto Jairo como la mujer enferma, buscan a Jesús con un deseo: encontrar la salud y la encuentran, no solo la salud , sino también la vida. Le buscan con mas o menos fe, pero le buscan.
Significativo también que Jesús a la hora de acudir a casa de Jairo y después de la fatal noticia solo se deje acompañar por tres de los suyos. Estos son los que han de aprender que la fe, que con la fe, que desde la fe, hay que rebasar lo que aparentemente es ya irresoluble: la muerte. Han de aprender que el Dios de Jesús y al que ellos han de servir, es el Dios de la vida que está mas allá de lo que para el hombre es imposible.
A nosotros nos toca reflexionar sobre la disponibilidad de Jesús. De su deseo de cercanía, de su no rechazo al que le busca, tenga o no una fe definida. Sobre la presencia de Dios en el dolor y el sufrimiento del hombre, sobre su perdón y consuelo.
Nos toca ser testigos ante el mundo, que para eso ya lo hemos aprendido con el mismo Jesús, de que Dios es mas fuerte que la muerte.
!Feliz día del Señor¡
DEJARNOS TOCAR.
Mrc.5,21-43
Hoy somos invitados a acompañar a Jesús a casa de Jairo, jefe de la sinagoga y padre de una niña de doce años que está muy enferma. No se menciona el sitio concreto donde esta la sinagoga, solo se dice que Jesús esta a la orilla del lago y que hasta allí se acerca Jairo para rogarle por su hija: " Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva".
De camino a casa de Jairo nos encontramos con lo que podríamos interpretar como un inciso, pero que no lo es. Ambos acontecimientos están íntimamente relacionados: la mujer con fujos de sangre y por ello impura, que a escondidas busca la sanación de su cuerpo en Jesús sabiendo que con solo tocarle la orla de su túnica, quedará sana.
La noticia de la muerte de la niña eleva la tensión del relato pues acaba con las esperanzas de los que buscaban la solución. No obstante, Jesús, desprendiéndose de los que le seguían y escogiendo a tres de los suyos y después de pedirle a Jairo que tenga fe, se va hasta la casa y allí, tocándola y hablándole, le devuelve la vida a la criatura y se la entrega a los padres.
Nos volvemos a encontrar con el "tocar". Primero, la mujer que busca la forma de poder tocarle y después Jesús, que toca a la niña, una muerta, también impura. Ambas situaciones, enfermedad y muerte son el látigo que atosiga a todo hombre, a cualquier hombre, desde siempre.
Jesús, sin tener presente la ley que prohibía estos gestos y ante tales situaciones, lo hace, o no los evita o impide. Rompe con el miedo a Dios, al castigo irracional. Abre las puertas del perdón y la misericordia, las de la compasión y la cercanía al dolor y al sufrimiento y enfila la fe hacia el varadero de la vida nueva, de la resurrección, que son expresión y culmen del perdón y el amor del Padre.
Pero hay algo anterior a todo esto y es que, tanto Jairo como la mujer enferma, buscan a Jesús con un deseo: encontrar la salud y la encuentran, no solo la salud , sino también la vida. Le buscan con mas o menos fe, pero le buscan.
Significativo también que Jesús a la hora de acudir a casa de Jairo y después de la fatal noticia solo se deje acompañar por tres de los suyos. Estos son los que han de aprender que la fe, que con la fe, que desde la fe, hay que rebasar lo que aparentemente es ya irresoluble: la muerte. Han de aprender que el Dios de Jesús y al que ellos han de servir, es el Dios de la vida que está mas allá de lo que para el hombre es imposible.
A nosotros nos toca reflexionar sobre la disponibilidad de Jesús. De su deseo de cercanía, de su no rechazo al que le busca, tenga o no una fe definida. Sobre la presencia de Dios en el dolor y el sufrimiento del hombre, sobre su perdón y consuelo.
Nos toca ser testigos ante el mundo, que para eso ya lo hemos aprendido con el mismo Jesús, de que Dios es mas fuerte que la muerte.
!Feliz día del Señor¡
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