DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
En ocasiones solemos pedir pruebas a aquellos con quienes nos relacionamos para cerciorarnos de que es verdad lo que nos cuentan o aseveran, porque no terminamos de entender o creer lo que se nos expone. Este esquema lo solemos también aplicar en lo que es la vida interior, la del espíritu, en nuestra relación con Dios, en eso que llamamos fe.
Algo parecido es lo que le pasa Pedro en el texto del evangelio que se nos ofrece hoy a nuestra consideración : Una tormenta que les hace temer, una manifestación de Jesús que no se terminan de creer y una reacción miedosa y desconfiada que lleva a exigir demostración de lo evidente.
Si eres el Señor, si eres tu ... Se le da la prueba de que es verdead lo que está experimentando con un "ven". Pedro no termina de confiar aunque sí inicia el camino sobre las olas pero nota que se hunde en el agua. Y es cuando viene la manifestación de fe acuciada, el sálvame, ante el peligro de muerte inminente.
Sucede tantas veces esto en nuestra vida que tendríamos mucho para contar y sucede también en el mundo de la Iglesia, en el corazón de los creyentes que no nos terminamos de creer la presencia del Señor en nuestra vida y sobre todo en nuestras dificultades. Tan llenos estamos de imposibles que la presencia de Jesús nos parece un imposible mas, no nos terminamos de creer que el pueda estar allí donde surge el problema , la duda, el temor. Allí donde percibimos que nuestra vida sosobra.
Dice el texto que Jesús extendió la mano y lo agarro y reprocho su poca fe. No es que no la tuviera, pero no confiaba totalmente en El. Este es otro de los temas que sería bueno nos paráramos a reflexionar, eso de ver si nuestra fe es totalmente confiada o alberga en determinado escondrijos ciertas desconfianzas que nos llevan a fiarnos mas de nuestras posibilidades, aunque muchas veces veamos que no podemos hacer nada, que de la presencia del Señor que sale al paso para ayudarnos a solucionar el problema.
Y se produjo la calma y los de la barca experimentando en cabeza agena terminan haciendo una confesión de fe reconociendo a Jesús como " el Hijo de Dios"
Me llama la atención que el hecho vivido y experimentado por Pedro, el cabeza de grupo, el líder, ayude a los demás a descubir a Jesús como el Señor. Me siguiere hasta donde es importante la fe personal en relación con los otros, manifestada en presencia de otros, vivida y renovada con los otros. Se me va el pensamiento a la vida de los sacerdotes que a veces manifestamos poca fe en el Señor, poca confianza y cómo su vivencia puede o no, ayudar a los que nos rodean, a la comunidad parroquial, a crecer en el abandono ante la presencia del Señor, en la confianza en el Señor o, si por contrario, se vive y manifiesta una fe anodina, falta de confianza, de sabrosa, una fe de poca calidad y que cualquier tormenta barre de un soplido.
La comunidad o parroquia, tiene derecho a esperar de sus presbíteros un testimonio de fe robusto, consolidado y centrado en el Señor.
FELIZ DÍA DEL SEÑOR.
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