viernes, 22 de agosto de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO A.


LO QUE DECIMOS.

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo", es la frase central del texto del evangelio de este domingo que es provocada por el mismo Jesús cuando pregunta a los discípulos por  lo que ellos piensan o dicen de  El, después  de haber escuchado por boca de los mismos lo que comenta la gente. 
Si nos fijamos, es  casi prácticamente lo que sucede hoy en nuestra sociedad e inclusive dentro de nuestra iglesia.
Muchos no terminamos de tener claro quien es Jesús y sucede que le encasquetamos  expresiones o definiciones a la hora de hablar de su  persona, que nada tienen que ver con El.
 A este respecto es la comunidad cristiana la que tiene que salir al paso y afirmar y reafirmar rotundamente, que Jesús no es un mago, ni un curandero, ni alguien del pasado que ha vuelto,  ni un venerado hombre de Dios. La Iglesia ha de esforzarse por manifestar, clara y diáfanamente, quien es Jesús, para ello, si no quiere caer  en lo que la mayoría de la gente, cristianos o no , piadosos o gente  de iglesia, piensa o dicen, necesita centrarse en la fe y dejarse guiar por el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios.  Es lo que sucede en Pedro y lo que Jesús alaba. Mientras no sea  desde ahí estaremos dando  tiros y errando en el blanco.
El texto se me antoja, desde lo dicho, que tiene una doble dimensión. Me explico: a) solemos centrarnos solo  en la confesión de Pedro y lo que Jesús le dice  junto con la promesa que le hace de darle las llaves del Reino de los Cielos, que no es la Iglesia. La Iglesia tiene que afianzarse en esa fe que es la que le llevará a anunciar el Reino de Dios y actuar desde ella. La Iglesia pasará, el Reino de Dios, no
b) Confesar a Cristo como el Mesías, el Hijo de Dios, no sucede por pura intuición o  puro aprendizaje.  Es  don que  se da desde la gracia. La docilidad a la acción del Espíritu es clave. Es desde ahí, desde donde nace la Iglesia  llamada a vivir  y anunciar el Reino de Dios y esto desde la fortaleza que le da el mismo Jesús. Confesar a Jesús, supone y lleva consigo, una nueva forma de vida, una nueva forma de entender las relaciones con Dios y con los hombres, una nueva forma de vivir la gratuidad coherente que no es otra forma  mas que  la forma con la que vivió Jesús - Su coherencia, su fidelidad, su forma de vivir, de hablar,de relacionarse con el Padre y  con los hombres y el mundo. Así, El es  modelo para todos los que le aceptan en su vida, confiesan con su palabra y manifiestan  en sus actitudes Así es como hemos de darle a conocer anunciando que  El es el Mesías el Hijo de Dios vivo.
Por tanto, no se trata solo de confesarle, sino saber desde donde lo hacemos, no se trata de decir que es el Mesías, que lo es, sino lo que esto supone y significa, no se trata de decir: Jesús es el Hijo de Dios y  que todo siga igual.
 Si la confesión de Jesús es desde el Espíritu de Dios,eso, por fuerza, tiene que cambiar toda nuestra vida, toda nuestra existencia y por ende, cualquier esperanza que alberguemos en nuestro corazón se queda pequeña  porque hay otra  que la supera a todas: que Venga su Reino, se haga su voluntad, que nos libre del mal y nos lleve a la vida  con Dios, o si queremos, a la vida eterna.
 ¿ Se puede pedir más?
Felíz día del Señor.

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