sábado, 30 de noviembre de 2024

De la Europa sin alma a las guerras desalmadas


 

En un mundo en guerra no caben buenismos ni ingenuidad para interpretar una realidad confusa. Vivimos en un estado de guerra cada vez más generalizada, donde la primera víctima es la verdad. La transición de los medios de comunicación a transmisores de propaganda oficial es quizás la mejor demostración de estar en «modo bélico».

Rainer Uphoff, periodista y empresario

Un colega periodista con décadas de experiencia comenta: «Nunca había visto algo así: o sigues la línea oficial o te cancelan e incluso te ‘empapelan’. Desde la pandemia y aún más con la guerra de Ucrania, te niegan acceso a fuentes de información ‘alternativas’. Incluso nos tenemos que someter a la versión neoliberal de la censura, los fact-checkers como Newtral, generalmente disfrazados de ‘superioridad moral progresista’.»

La vuelta a que estados y estructuras transnacionales se arroguen el derecho de definir qué es verdad y qué es mentira es quizás la prueba más fehaciente de que formamos parte de un bando en una guerra, donde se prohíbe incluso evaluar la perspectiva del contrario.

En este entorno de ceguera colectiva impuesta, es fácil sentir el síndrome del impostor al opinar. ¿Rusia es el malvado agresor o se le provocó pasando todas sus líneas rojas de seguridad nacional? ¿Israel se ha convertido en una dictadura sionista responsable de un terrible holocausto contra el pueblo palestino, o no ha tenido más remedio que defenderse?

Probablemente, la única afirmación que podemos hacer sin equivocarnos es que todo debe contextualizarse en una guerra por el nuevo reparto del mundo. Las guerras de Ucrania, Israel, Yemen y otras decenas oficialmente admitidas, además de guerras ocultas, convierten el momento histórico actual en algo descorazonador.

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