O BLANCO O NEGRO.
El evangelio de este domingo se nos presenta como colofón de lo que venimos escuchando y reflexionando hace tres domingo. Si hacemos un poco de memoria nos daremos cuenta de inmediato. El domingo XXVI se nos regalo la parábola del padre que envía a trabajar a sus hijos a la viña, en el domingo XXVII fué la parábola del propietario que preparó y arrendó su viña , el domingo XXVIII la parábola era la del rey que celebraba la boda de su hijo y en este domingo XXIX nos encontramos , digamos que con el colofón y el resumen de todo ellos. A tener muy presente que Jesús en todo momento está hablando en publico a los sumos sacerdotes, ancianos del pueblo y los escribas. En esta ocasión no es una parábola propiamente dicha lo que Jesús ofrece a la reflexión sino una sugerencia orientada ha hacer pensar a los que queriendo ponerle a prueba se acercan a el proponiéndole un tema con muchas aristas pues conteste lo que conteste le van a poder coger en renuncio, pero no, Jesús es mas listo que todos ellos y sale airoso de la prueba y les pone a ellos en evidencia. Sabemos la respuesta de Jesús que tiene que ver con todo lo reflexionado domingo anteriores: al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios. Así de sencillo y de trascendente. No se trata de enfrentar, sino de aunar, no se trata de oponer sino de acercar y ellos bien saben de lo que les está hablando, por eso deciden eliminarle, ya vendrá el tiempo propicio, ellos lo van a provocar y entonces será cuando y por medio de esta perversión que estan tramando, cuando Dios actúe y manifieste su gloria y su poder.
En lo que a nosotros respecta creo que lo que se nos pide en todo esto que hemos visto y reflexionado lo podemos resumir en lo que sigue: 1.- Estar atentos a la Palabra y hacer el camino que Dios nos propone. 2.- Trabajar en la evangelización y en el anuncio del Reino sin pretender apropiarnos o hacer nuestros los frutos que de ahí se deriven. La tierra es del Señor y el nos hará participes de los frutos. 3.- Acudir a la convocatoria del Señor, la boda, con taje de fiesta, es decir, siendo sinceros. No valen los engaños, ni las apariencias, ni el disimulo o la mentira. El corazón limpio y el alma transparente. Hemos de hacernos dignos de la invitación que recibimos de tal Señor que nos sienta a la mesa en la boda de su hijo. y 4.- Todo lo podemos resumir en un tener claro quien es Dios y quien el Cesar, no podemos comparar. Dios está por encima del Cesar. Hay que dar a cada cual lo suyo según corresponde.
No podemos estar chaqueteando según conveniencia.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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