ESTO ESTA SOSO Y OSCURO.
El texto del Evangelio que esta semana se nos ofrece para la reflexión viene a continuación del de la semana pasada que eran las Bienaventuranzas con las que Mateo inicia el capitulo quinto de su testimonio.
Nos damos cuenta de que Jesús poco a poco, va descubriendo a los que le oyen y quieren seguirle cual es su misión y a que les invita. Empieza por hablarles del Reino de Dios y les llama para luego ir desvelándoles en que consiste eso del Reino de Dios, que cualidades le han de adornar y cual debe ser la actitud del que quiera seguirle y los riesgos que también corren, es la última bienaventuranza. En el texto de hoy que es continuación de las bienaventuranzas invita a la fidelidad, fidelidad que no se conforma con ser puntual, sino que exige una entrega total y radical de lo que es el corazón de la persona. Eso de la sal y de la luz tiene mas miga de lo que aparentemente puede aparecer. La sal se diluye en el agua y la luz se consume alumbrando, por ahí van los tiros, es lo que llamamos la entrega total. Así les quiere, les dice , cuando les recita aquello de : " Alumbre así vuestra luz a los hombres..."
Así que, el cristiano, el seguidor de Cristo, tiene la misión de ser sal de la tierra y luz del mundo. Este servicio de cada uno es también tarea peculiar de la comunidad cristiana y es que en comunidad o de forma personal, no se concibe, no se puede ser cristiano a medias porque si la vida del cristiano deja de ser fermento, deja de interrogar, deja de ser un reto, pierde sentido. La sal tiene valor porque da sabor y la luz porque alumbra y satisfacen las expectativas del que las empela y si no lo hicieran no lo tendrían, perderían la dimensión de utilidad, igual nosotros.
Ahora bien, desde donde ha de ser nuestra utilidad cara al mundo y en consonancia con la llamada de Dios a construir el Reino? Vayamos al inicio, a las Bienaventuranzas, - por cierto. Isaías en este domingo nos da una hermosa reflexión con respecto a ello- y allí encontraremos toda respuesta a cualquier interrogante que nos podamos hacer. Ser cristianos es para todos, pero de forma especial para gentes que quieran entregar hasta el último instante de sus vida sin renunciar a la vida, todo hasta morir en el empeño. No nos asustemos pues si queremos caminar por ahí el Señor hará esa obra en cada uno de nosotros, de forma personal e intransferible. Esta es la experiencia que Pablo relata a la comunidad de los de Corinto.
¡Feliz día del Señor !
José Rodríguez Díaz
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