sábado, 4 de enero de 2020

El anuncio del Evangelio en el mundo secularizado – 21 de diciembre de 2019




El anuncio del Evangelio en el mundo secularizado
En su reciente discurso a la Curia, el Papa ha recordado que no vivimos más en la cristiandad y ha hablado de la necesidad de una conversión pastoral y de la raíz de ser auténticos misioneros.


Andrea Tornielli
En el discurso a la Curia que Francisco ha pronunciado el sábado 21 de diciembre, han sorprendido algunas palabras y también el modo con el cual los ha dicho. Reconociendo una evidencia ya predicha por algunos grandes hombres de Iglesia muchos años antes del Concilio Vaticano II, el Papa ha subrayado: «No estamos más en la cristiandad. No más – ha recalcado – Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados». «No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe», en gran parte del Occidente «ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común», e incluso, es negada y burlada.
Tenemos por lo tanto necesidad, ha agregado el Papa, «de un cambio de mentalidad pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista». Un cambio de mentalidad que parte de la constatación de que «la vida cristiana, en realidad, es un camino, una peregrinación». Y el camino, obviamente, «no es puramente geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel».
En un tiempo la fe se transmitía en las familias a través de la leche materna y el ejemplo de los padres, y también la sociedad se inspiraba en los principios cristianos. Hoy esta transmisión se ha interrumpido y el contexto social aparece incluso anticristiano, al menos impermeable a la fe cristiana. De ahí la pregunta que ha dado vida al Concilio y ha atravesado los últimos pontificados: ¿cómo anunciar el Evangelio allí donde ya no es más conocido o reconocido? No es casualidad que con un creciente exponencial los Obispos de Roma que se han sucedido hayan indicado precisamente en la misericordia la medicina necesaria para sanar las heridas de nuestra humanidad contemporánea. La misericordia de un Dios que te busca, se acerca, y te abraza antes de juzgarte. Es experimentando ese abrazo que nos reconocemos como pobres pecadores constantemente necesitados de ayuda.

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