Papa Francisco en homilía en Santa Marta
«Si el obispo no reza, el pueblo de Dios sufre»
*
«El primer deber del obispo es estar con Jesús en la oración. El primer
deber del obispo no es hacer planes pastorales… ¡no, no! Rezar: éste es
el primer deber. El segundo deber es ser testigo, es decir, predicar.
Predicar la salvación que el Señor Jesús no ha traído»
. Dos tareas no fáciles, pero
son propiamente estos dos deberes los que hacen fuertes a las columnas
de la Iglesia. Si estas columnas se debilitan porque el obispo no reza o
reza poco, se olvida de rezar; o porque el obispo no anuncia el
Evangelio, se ocupa de otras cosas, también la Iglesia se debilita,
sufre. El pueblo de Dios sufre. Porque las columnas son débiles”.
“la Iglesia sin obispos no puede ir adelante”. Por esta razón – añadió Francisco – “la
oración de todos nosotros por nuestros obispos es una obligación, pero
una obligación de amor, una obligación de los hijos con respecto al
Padre, una obligación de hermanos, para que la familia permanezca unida
en la confesión de Jesucristo, vivo y resucitado”:
“Por
esto yo quisiera invitarlos hoy a rezar por nosotros, los obispos.
Porque también nosotros somos pecadores, también nosotros tenemos
debilidades, también nosotros corremos el peligro de Judas: porque
también él había sido elegido como columna. También nosotros corremos el
peligro de no rezar, de hacer algo que no sea anunciar el Evangelio y
expulsar a los demonios… Rezar, para que los obispos sean lo que Jesús
quería, que todos nosotros demos testimonio de la Resurrección de Jesús.
El pueblo de Dios reza por los obispos. En cada Misa se reza por los
obispos: se reza por Pedro, la cabeza del colegio episcopal, y se reza
por el obispo del lugar. Pero esto es poco: se dice el nombre y tantas
veces se lo dice por costumbre y va adelante. Rezar por el obispo con el
corazón, pedir al Señor: Señor, cuida a mi obispo; cuida a todos los
obispos, y mándanos obispos que sean verdaderos testigos, obispos que
recen, y obispos que nos ayuden, con su predicación, a comprender el
Evangelio, a estar seguros de que Tú, Señor, estás vivo, estás entre
nosotros”.
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