Siempre, siempre, que le hemos invocado a través de ella, en épocas de sequía, de grandes epidemias, de guerras y de hambre, nos ha socorrido. Así en unos de sus himnos le cantamos aquello de " Bendita sea la hora que pusiste tu trono en Teror" .
El día quince de este mismo mes celebramos la Virgen de los Dolores que es la patrona de Lanzarote y que también es conocida como la Virgen de los Volcanes. Allá, en Mancha Blanca, en el municipio de Tinajo, tiene su santuario desde donde convoca a los conejeros a lo largo de todo el año y de forma especial el quince de cada mes de septiembre.
Una copla popular canta: " La Virgen de los Dolores tiene la mano quemada que se la quemó el volcán cuando paraba la lava."
Coplilla nacida de la piedad popular pues cuando las grandes erupciones que cambiaron gran parte la fisonomía de las isla, los conejeros la invocaron y la lava que amenazaba con invadir el pueblo de Tinajo y alrededores, paró justo al pie de su ermita.
El veinte de este mismo mes la isla de Fuerteventura viste sus galas mas hermosas en honor de la Virgen de la Peña. Lo conejeros la tienen como patrona. Es una imagen de la Virgen María que no mide mas de veinte centímetros en alabastro y que fue hallada escondida en una roca en el sitio de Río Palma.
Su devoción se remonta a la época de la estancia de los franciscanos en la isla Majorera y, concretamente, fueron Fray Juan de San torcaz quien ayudado por San Diego de Alcalá, quienes propagaron y despertaron la devoción de los majoreros por esta imagen pequeñita de la Virgen María que,llena de ternura y delicadeza, reune a todos los hijos que en ella buscan consuelo y esperanza y lo hallan.

El volcán que transforma nuestro entorno y lo que en su día se vivió como una desgracia hoy es motivo de riqueza para toda la isla. Así nuestra Iglesia ha de ver en la adversidad y el miedo que pueda provocar lo inaudito, la riqueza de la gracia y la misericordia de Dios que no abandona a los suyos y que se muestra con generosidad como dador de vida. Vida cuya acequia es la Virgen María por quien nos vino el Salvador.
La Peña, la roca, la fortaleza ante la adversidad, el lugar de cobijo y refugio de nuestros antepasados.
Así, María aparece como la que reune, guarda en su amor, da calor de vida, favorece ante la tormenta a toda la Iglesia, cuando pueda sentirse desamparada y sin cobijo. Ella es la Madre, la Madre fuerte y tierna, dulce y cercana, la que se rebajó y a quien Dios engrandeció.
Para terminar me viene a la mente lo que ella misma dice en el Magnifica: "El poderoso ha hecho obras grandes por mi, su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en Generación". Esto y no otra cosa, es lo que pasa
al seno de nuestra Iglesia cada vez que llega el mes de septiembre.
La llena de Gracia, derrama gracia y ternura para todos los que, por muy pecadores que sean, la invocan con confianza como : ¡¡Madre mía del Pino!! ¡¡ Madre mía de Volcanes!! ¡¡Madre mía de la Peña!! Y es que Ella, Ella... ¡¡es Madre!!
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