sábado, 14 de junio de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

 CELEBRAMOS AL DIOS DE LA VIDA
 Volvemos este domingo al Tiempo Ordinario  y  lo reiniciamos, nada mas y nada menos, que celebrando lo inefable y lo cercano del Dios revelado, con la fiesta de La Santísima Trinidad. Fiesta que viene a ser como un recopilar todo lo que hemos ido celebrando y escuchando, aprendiendo: Celebramos el Misterio de la entraña  cercana de Dios, que no deja de ser misterio pero que se acerca y se pone en nuestras manos y nos ennoblece y nos devuelve nuestra dignidad como personas.



 Ahora podemos entender  y celebrar mejor lo que se nos ha dicho: somos hijos de Dios. No vamos a intentar desentrañar el Misterio Trinitario porque si llegáramos a hacerlo, ya no sería Dios. Vamos a intentar entrar en la riqueza que ello significa, nos ofrece y aporta. Ahí están  la llamada al servicio, la actitud de acogida, la donación, la comunión, la familia, el respeto por el otro y la persona del otro, el amor, la acogida, la entrega, el perdón, la esperanza... Un futuro seguro que nos ennoblece, que siempre nos ennoblece.
A la vez que esta fiesta de hoy nos ennoblece y nos envuelve, no deberíamos dejar de preguntarnos  ante todo ello, por nosotros, por nuestras actitudes, nuestras ilusiones, nuestros proyectos, nuestros quehaceres, nuestros abandonos, cansancios, alegrías y sufrimientos... Preguntarnos sin miedo.  Hemos de plantarnos ante el mundo y dejarnos interrogar por todo lo que en el sucede: qué historia estamos haciendo y qué es lo que a ella estamos aportando. Preguntarnos  si son mas abundantes las quejas que  hay en nuestro corazón, que las actitudes de agradecimientos. Qué provoca o cual es la razón de nuestras amarguras y por donde andan nuestras alegrías.
Es la fiesta del Dios de la vida, del Dios que apuesta por la vida, del Dios que da la vida y que no va a dejar de seguir haciéndolo.
 FELIZ DÍA DEL SEÑOR

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