sábado, 1 de febrero de 2014

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
La Presentación de Jesús en el Templo
 Celebramos este domingo la Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, conocida hasta  la reforma litúrgica del Vaticano Segundo, como fiesta de la Candelaria.


 Tenemos noticias de que esta fiesta se celebraba ya en el siglo cuarto en las comunidades cristianas de Jerusalén. La Iglesia Ortodoxa también la celebra. Hay que esperar a que llegue el siglo diez para  encontrar su celebración de forma generalizada en toda la Iglesia Romana  y es en ese momento en el que  va cogiendo auge la figura de la Virgen  en esta fiesta y de donde deriva la advocación de la Candelaria.
Será a partir del la reforma litúrgica del Vaticano Segundo, como ya hemos apuntado, cuando se retoman los orígenes y se señala esta fiesta como fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo pero sin menospreciar la presencia de María en en este acontecimiento. Así, una celebración cuyo  centro se había difuminado, vuelve a recuperarlo puesto que el centro es y está en Jesús y no en su Madre María. 
En la liturgia de este día se procede a la bendición y procesión de las candelas en honor a Cristo, luz que alumbra a los hombres y que es reconocido en el Templo por el anciano Simeón como: "luz  de las Naciones y gloria del pueblo de Israel" y luego por la anciana Ana. Ambos representan el Antiguo Testamento. Esto  sucedió en el Templo, lugar del Culto al Dios de los padres.


Esto es lo que actualmente se intenta recuperar en la liturgia: el reconocimiento de Jesús, en su presentación en el Templo, como luz que alumbra a todo hombre. Tema  que, por otro lado, todos los evangelistas desarrollan y de forma especial San Juan.
Fiesta de las candelas, fiesta de las luces en reconocimiento de Jesús, Luz de Dios, que el Antiguo Testamento reconoce como tal y que  actualmente sigue alumbrando a los suyos con la luz de la vida, de su vida. Esta es la fiesta de hoy, la fiesta de las candelas. 
María aparece como la que se deja alumbrar por esta palabra, a la que ella ha dado a luz y que también a ella ilumina y hacia quien ella nos orienta: en María nosotros encontramos el camino de la luz que no es otro mas que el mismo Jesús que nos  alumbra en la ruta hacia la casa del Padre, desde su mismo nacimiento hasta la eternidad. Luz que alumbra a todo hombre, en todo tiempo y lugar. Cristo es la luz de la esperanza que  se cierne sobre el mundo y que ilumina y aniquila las sombras de los corazones originadas por el pecado que solo trae destrucción, muerte, soledad y oscuridad.
 Esta fiesta nos apunta ya a la Resurrección que  será en Jerusalén y en donde Cristo despunta en la aurora de un nuevo día con la luz de su presencia y la  fuerza del fulgor del nuevo sol en la nueva y esperanzada mañana de la humanidad.
Por eso, nosotros  podemos hoy cantar junto con Simeón, Ana, María y  todos los que confesamos nuestra fe con el Credo: 
 "¡¡Cristo, alegría del mundo, resplandor de la Gloria del Padre, bendita la mañana que anuncia su esplendor al universo!! " 

¡ FELIZ DÍA DEL SEÑOR!


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