“Los
carismas son gracias especiales, dadas a algunos para hacer el bien a
otros. Son actitudes, de la inspiración y de los impulsos interiores,
que surgen de la conciencia y de la experiencia de determinadas
personas, que están llamadas a ponerlos al servicio de la comunidad. En
particular, estos dones espirituales benefician a la santidad de la
Iglesia y su misión. Todos estamos llamados a respetarlos en nosotros y
en los demás, para acogerlos como estímulos útiles para una presencia y
una obra fructífera de la Iglesia”
“Entrar
en la Iglesia es hacer comunidad; entrar en la Iglesia es participar
con todo lo que nosotros tengamos: virtudes, cualidades que el Señor nos
ha dado, en el servicio a los demás. ¡Entrar en la Iglesia significa
estar disponible a lo que el Señor nos pida!. Entrar en la Iglesia es
entrar en este Pueblo de Dios, que camina hacia la eternidad”
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