sábado, 16 de noviembre de 2013

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.

 HAY UN TEMPLO POR CONSTRUIR
 El texto del Evangelio de esta semana nos lleva al corazón del mismo Jerusalén en donde la gente expresa su  orgullo por la belleza del templo, su edificación, su consistencia y su riqueza, ocasión que aprovecha Jesús para ayudarles a caer en la cuenta de que no deja de ser una obra hecha por hombres y como tal, mas tarde o mas temprano, se irá deteriorando, perdiendo belleza o llegará a desaparecer quedando en su lugar un montón de piedras  y escombros.



  Jesús, desde lo que les oye decir, les invita a pensar y  reflexionar que lo importante no es la belleza y la permanencia del templo, sino  saber  permanecer en la fidelidad y en la fe que llevo a lo padres a construir tal obra. Ahora les toca a ustedes ser fieles, permanecer fuertes ante los embates que van avenir, que sucederán, por  confesar  y conservar la fe. Será el momento de  permanecer firmes en la fe recibida, aún y a pesar de que nos quiten la vida. Así y todo, la última palabra la tiene el Señor  y la primera, pues  no se trata de saber cuando va a suceder, sino de estar ya preparados y vivir como si supiéramos que va a ser mañana mismo.
 El Señor que sabe ser fiel, hará que ni un cabello de vuestras cabezas se pierda, pero es fundamental poner nuestro regocijo no en la obra hecha por nuestras manos, sino en la obra que el Señor hará con nosotros y desde nosotros, cuando llegue el momento de dar el testimonio o bien ante los sufrimientos que  vendrán o ante la posibilidad cierta de dar nuestra vida por ser testigos.
La importancia de la edificación del templo es que manifiesta  la fe  de los que los construyeron, para honrar a Dios, para que sea lugar de encuentro privilegiado con Dios, pero desde el momento en que deje de cumplir con esa función, pierde sentido y valor quedando solo como testigo de la fe de nuestros padres pero no de la nuestra. Por eso Jesús, hablando de todo lo que vendrá, porque vendrá, remite al otro templo, al otro testimonio que  se ha de construir, que es el de nuestra vida, en el día a día, en el hora a hora: les remite a ellos mismos.
Pienso que esas palabras de Jesús a nosotros también nos vienen bien, porque hemos de estar al tanto y  no dejarnos llevar por la vanidad o el orgullo ante las obras llevadas a cabo, desde la fe, por nuestros mayores y no me refiero a los templos, sino esa otra obra que habla de fidelidad, de permanencia y de entrega, de fe vivida y transmitida. 
 Y me asaltan los interrogantes : Y nosotros, ¿ Qué obra estamos llevando a cabo? ¿A donde nos lleva  nuestra fe?  ¿ A vivir de rentas, de lo que otros han realizado ? ¿ Cual es el templo y para quien, que nosotros estamos empeñados en construir, si es que estamos en ello?
FELIZ DÍA DEL SEÑOR.      

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