sábado, 16 de febrero de 2013

UNA REFLEXIÓN AL HILO DE LA CUARESMA

"TUVE HAMBRE Y ME DIERON DE COMER"
Porque no se hace suficiente, debido a la crisis tan larga y tan profunda que estamos viviendo, la labor que lleva Cáritas en las distintas parroquias, recogiendo alimentos, escuchando, animando, compartiendo...



Porque  va siendo hora de dar un paso más en lo que la opción por los pobres significa y supone. ¡Hay que seguir ahondando!: hasta donde haga falta, en la línea de solidaridad y de la toma de conciencia.

Porque experimentamos dolor ante la impotencia que se vive, semana tras semana, en cada una de las parroquias de nuestro arciprestazgo. Experiencia que lacera y achanta, ante situaciones que nos llegan de primera mano y ante las cuales, en muchas de las ocasiones, no podemos hacer nada y que se expresan con frases lacónicas y envueltas, en muchas ocasiones, en lágrimas y desesperanza: “no tengo para pagar el alquiler y me veré en la calle con mis hijos cuando menos lo piense”, “Me van a cortar o me han cortado la luz o el agua ”. “No puedo comprarme las medicinas”...

Ante esto las Cáritas parroquiales, que lo viven de primera mano y les ponen rostro y nombre, en muchas de las ocasiones no saben qué hacer, cómo hacer: no llegan las colectas y aportaciones; y si damos a unos, hay que dar a todos y en estos temas, lo de estudiar el caso o selección, es muy difícil: todos tienen necesidad, todos tienen derecho.

Lo cierto es que pensamos que Cáritas Diocesana debe dar un paso más en la denuncia, no ya en las puertas de las iglesias, que está muy bien, sino ante los estamentos políticos y sociales: ayuntamientos, cabildos, gobierno autónomo.

Hay que hacer algo, esto no puede seguir así. Es necesario que ellos se impliquen de verdad. Y no vale el que no hay presupuesto, eso no vale. No vale hablar de ayudas de emergencia cuando se prolongan en los meses y cuando la gente lo que necesita es la ayuda ya.

Cáritas y la Iglesia, con el obispo al frente, han de dar un paso más, porque ya se hace insuficiente lo que se está haciendo, porque no se puede contemporizar con las administraciones cuando sabemos de sobra de las necesidades urgentes de nuestra gente y que no tienen viso de solución. Es un pecado mirar para otro lado sin buscar soluciones válidas, o no hacerlo porque interese estar a bien con las instituciones.

Los pobres son la riqueza de la Iglesia. ¡Pues que se note! ¡Que se note!

Porque de esto, al fin y a la postre, es de lo que se nos van a pedir cuentas. Por tanto, creo que hay que solicitar o hacer entender a las instituciones que nos gobiernan que se han de implicar en ello de forma clara, contundente y efectiva y no con paños calientes como hasta ahora parece se ha venido haciendo. El pecado en este caso no solo puede ser por omisión, sino también por contemporizar y no denunciar donde hay que hacerlo.

¿Recuerdan?: “Porque tuve hambre y me dieron de comer”

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