Se hace necesario volvernos al Señor si queremos vivirle y gozarle resucitado.
Hoy somos invitados a descubrir el amor misericordioso de Padre Dios para con nosotros, manifestado en su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. No desaprovechemos esta nueva ocación que se nos brinda, no la dejemos pasar, acudamos al encuentro con el Señor, junto con los hermanos y dejemos que el nos hable al oído. No tengamos miedo.
Pidámosle que nos ayude a desembarazarnos de la pereza o el tedio que nos pueda tener atrapados. Despertemos, levantemos nuestro corazón y dejemos que El Señor inicie una obra nueva en cada uno de nosotros.
Para andar por este camino cuaresmal, además de la oración el ayuno y la limosna, contamos con la certeza de su ayuda, de su misericordia, de su perdón. Pero... es necesario que nosotros nos dejemos renovar por El.
En una palabra: hemos de ponernos en sus manos con sencillez, humildad y confianza. El sabe, y bien que sabe, lo que necesitamos cada uno de nosotros y nos lo dará.
Santa y fructífera cuaresma para todos.
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