CONVERTIOS PORQUE ESTÁ CERCA EL REINO DE DIOS.
Entramos en el segundo domingo de adviento de este año con una invitación muy concreta que se nos hace desde las lecturas. En ellas se nos invita a convertirnos, al cambio, al compromiso personal con los hombres, el mundo, la historia. Compromiso personal en definitiva con el Dios y Padre Creador, es decir: con el Misterio Trinitario que nos muestra su favor tantito nosotros le busquemos; eso sí, esa búsqueda ha de ser desde la veracidad de un corazón noble. Si queremos seguir haciendo el camino de Adviento y llegar a la noche feliz de la Navidad en donde nos vamos a encontrar con la sencillez, la humildad y la pobreza de Dios esto que se nos propone hoy, lo de la conversión, es necesario, mas, imprescindible. No podemos dejarlo pasar y si no es así mejor es que abandonemos y nos dediquemos a otra cosa pues si no hay conversión comprometida y solo es de palabrita, estamos perdiendo el tiempo.
Dicho esto vamos a acercarnos a las lecturas de este segundo domingo. En la primera nos encontramos con el profeta Isaías ( Is. 11,1-10 ) que nos habla de algo nuevo que el Señor hará florecer en medio del pueblo fiel. Concretando y reflexionando, nos damos cuenta y decimos que no es algo, sino alguien; si, alguien que trae ese algo muy concreto y que ellos están necesitando y que no es otra cosa mas que un estilo de vida que se identifica con la paz y que ellos no saben como poner en pie. Ya se nos decía el domingo pasado como alcanzarla: no preparándose para la guerra, así de sencillo. En este domingo el profeta hablando de este hacedor lo hace también de su procedencia familiar de la familia de Jesé y nos dice que su trabajo será como el del pastor que cuida y se preocupa de su rebaño porque en ello va la vida; sus acciones y las palabra de su boca serán de paz, concordia, consuelo y comunión. Y el se entregará a los suyos porque el espíritu del Señor lo poseerá y le llevará por caminos de entrega y encuentro. Siete siglos antes de este acontecimiento, de este Kairós, Isaías ya lo anuncia y mientras, en el ínterin, Dios se va desvelando, dando a conocer desde y con aquellos que se fían de la palabra dicha y dada y que viven en un proceso continuo de escucha, de conversión y que son capaces de mantenerse en el compromiso. Estos son los que viven amando la vida, vueltos a Dios sin despreciar los anhelos, deseos de felicidad o el dolor del hombre. Estos son los que ya no quieren dar la espalda porque han encontrado al Señor y su compromiso es duradero e inquebrantable a pesar de incertidumbres y oscuridades. Esto es la conversión que nos pide una continua vigilancia y puesta al día desde los parámetros de Dios.
Pablo, en la segunda lectura ( Rom. 15,4-9 ) invita a los cristianos a tener los sentimientos de hermandad que fluyen del conocimiento y la entrega de Cristo. Y nos habla de paciencia, de consuelo, de estar de acuerdo y alabar con una sola voz a Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo practicando entre nosotros y con todos y sobre todo con los gentiles, la acogida. Así se cumplirá, nos dice recordando la la Escritura aquello de: “ Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre.”Vamos ahora al texto del Evangelio que es de San Mateo (Mt. 3,1-12 ) y en donde nos encontramos al bautista, al hijo de Isabel y Joaquín que trae al presente la profecía de Isaías recordando a los suyos a las puertas del desierto, la necesidad de convertirse, de volverse al Señor cuando les dice de forma poética ese : “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Esta hablando de conversión e invitándoles a ello. Está animándoles a abrir el corazón, a empezar de nuevo, a dejarse ganar por el amor fiel de Dios... Una vez mas la misericordia de Dios para con su pueblo que no ceja, que no se cansa, que no tira la toalla. Conversión que por otro lado nos recuerda, que no solo tiene que ver con la interioridad de cada individuo, sino que ha de impregnar toda relación con el otro. Eso, ahí está, es lo que les ha de identificar como Pueblo de Dios, Pueblo de la Alianza
Este es el camino que hay que preparar, el sendero que hay que allanar y que consiste en estar abiertos a la palabra de Dios y disponer nuestra voluntad y nuestro deseo de hacer lo que el, amorosamente y sin estridencias, nos susurra al oído.
Descubrimos que en Juan la profecía de Isaías va encontrando cumplimiento. No solo es la invitación de Juan a la conversión lo importante, que si, sino tambien su misma persona, su vocación, pues en el se identifica y materializa aquel de quien habla Isaías (Is. 40,3 ) como la voz que grita en el desierto, como mensajero y precursor, del que trae la paz.
En la predicación de Juan descubrimos un avance pues no solo es la paz lo que se anuncia y promete como en Isaías sino que se anuncia el Reino de Dios, que será fruto de esa permanencia de Dios en el corazón de los suyos, por eso hay que cambiar, hay que empezar de nuevo, hay que volver al inicio, hay que dejar a un lado la maldad y dejarnos transformar en instrumentos de paz y no de guerra, les dice.
Mateo así lo reconoce y nos lo comunica en el inicio del texto de hoy.
¡¡Feliz segundo domingo de Adviento !!
José Rodríguez Díaz







