martes, 30 de diciembre de 2025

MONICIONES PARA LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA MADRE DE DIOS. UNO DE ENERO. 2026.

 MONICIÓN DE ENTRADA.

Abrimos este año nuevo bajo los auspicios de Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra. En sus manos nos ponemos para que nos inspire y saber aprovechar este tiempo de gracia que el Padre nos da. Un deseo: que a todos alcance su misericordia, su perdón y la intercesión de Santa María nos acompañe siempre. Recibimos al celebrante.


MONICION A LA PRIMERA LECTURA ( Num. 6,22-27) Este libro se llama así porque da cuenta del número de los hijos de Israel y a su vez de como Dios los ha ido haciendo un pueblo numeroso y grande. Lo que escuchamos hoy es la bendición que el Señor da a Moisés para que Aarón bendiga al pueblo de Dios.


SALMO RESPONSORIAL. SAL 66 : “ El Señor tenga piedad y nos bendiga.”


MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA ( Gál. 4,4-7 ) En el texto que va a ser proclamado Pablo dice a los Gálatas que Jesús es Dios y hombre. Que por medio de este Hijo de Dios y de mujer nosotros tambien participamos de ese rango de filiación divina. Pero no solo somos hijos de Dios, sino que como todo hijo, también somos herederos y esto, les dice, por voluntad de Dios.


EL TEXTO DEL EVANGELIO ( Lc.  2,16-21 )


sábado, 27 de diciembre de 2025

DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD. LA SAGRADA FAMILIA Y LOS SANTOS INOCENTES.

 POR SI SE NOS OLVIDA QUE JUNTOS SOMOS MAS.

Este año nos coinciden en este domingo dos celebraciones que forman parte de la tradición de la iglesia como son la Sagrada Familia de Nazaret y la fiesta de los Santos Inocentes. Ambas creo tienen algo que decir y aportar a nuestra fe, en lo que respecta a la escucha de la palabra y el seguimiento de Jesús hoy día.

Los texto que se ofrecen a nuestra consideración son de la fiesta de la Sagrada Familia pero eso no debe ser obstáculo para que tengamos tambien presente a Los Santos Inocentes. Vamos a ellos . El primer texto que escuchamos pertenece al libro del Eclesiástico que pertenece al grupo de los libros de la Sabiduría de Israel y fué escrito por un tal Sirácida entre los años 190 - 170 antes de Cristo. Se le conoce como el libro del Eclesiástico porque en los primeros momentos las comunidades cristianas, la Iglesia, lo usaron como guía y catecismos para vivir una vida cristiana con dignidad.

Nos encontramos en el texto de hoy ( Ecle. 3,3-7,14-17) una reflexión dirigida a la familia en general y dentro de ello a la relación entre sus miembros y en donde se nos dice que cada uno desde el lugar que ocupa y le corresponde debe ser respetado y tenido encuentra. En el fondo es una amplia reflexión sobre el cuarto mandamiento que dice: “ Honra a tu padre y a tu madre porque eso le agrada al Señor. Se invita a los hijos a que anden y se comporten con sus mayores desde el temor del Señor. Que eso le agrada a Dios y no la olvidará.

Es muy sugerente este texto para los tiempos en los que estamos viviendo en donde la utilidad se ha ido imponiendo y colando en nuestra vida de forma que ya el que no produce no sirve, es un estorbo, hay que arrimarlo. La Sagrada Escritura nos dice que eso no debe ser así, el respeto, la consideración, la escucha y atención, el cuidado de los mayores es deber, obligación y mandato del Señor para los hijos con respecto a los padres.

La segunda lectura que hemos escuchado es de la carta que escribe Pablo a los de Colosas

( Col. 3,12-21 ) y en donde les exhorta a vivir como pueblo de Dios que son y les recuerda todo lo que ello implica pasando desde la misericordia hasta el perdón en la relación con los otros y teniendo muy en cuenta la bondad, la dulzura, la humildad. Pablo sueña con una iglesia familia y una familia iglesia e insiste constantemente en ello de miles formas y maneras. El texto de hoy es un ejemplo de.

Pasamos ahora al Evangelio que es de San Mateo ( Mt. 2,13-15.19-23 ) y en donde se nos presenta a José, el obediente, teniendo que tomar una decisión importante desde la Palabra de Dios que en esta ocasión implica a su familia. La vuelta soñada a Nazaret por ahora no es posible, hay que llegar a Egipto, lo de Nazaret ya el Señor lo decidirá.

Y mientras tanto, Herodes el Grande haciendo de las suyas y mandando matar a todos los niños menores de dos años . El miedo le atenaza el corazón y le lleva a agredir a los mas débiles porque piensa que le van a quitar su reino y que su vida está en peligro. Siempre el afán de poseer, mandar y gobernar el mundo, por encima de todo y mas allá de la misma vida de los otros, sean inocentes o no.

La fiesta y los textos de hoy nos han de llevar a pensar en nuestra familia, en los nuestro, en la calidad y cantidad de nuestra relaciones, en nuestra disponibilidad, en el sentido y conciencia de pertenencia, en luchar por eso que llamamos casa, para que realmente sea hogar y no casa, como suele pasar muchas veces, casa, digo, de locos, en donde no hay respeto ni nada parecido, en donde cada cual va a lo suyo, en donde entro y salgo como en una pensión; en una palabra, en donde el egoismo impera.

Pero, hay algo mas y es que tenemos, necesitamos tambien, pensarnos como familia, la gran familia universal. Para los Cristianos esto no puede ser una opción pues sabemos de nuestro origen familiar y que como nos dice Juan en el prólogo de su Evangelio, somo la Gran Familia de los Hijos de Dios; familia que no ha nacido del deseo humano, ni de la carne, sino del amor de Dios.

Con todo esto en nuestra vida no podemos ser o andar indiferentes ante el desconcierto de los que no han tenido la oportunidad de saber del calor de un hogar, de padre o madre, de cariño, perdón o ternura y sobre todo de los que no han sabido o no saben de Amor de Dios,  que es el creador de la gran familia humana. Esa que somos nosotros.

¡¡FELIZ DÍA DE LA FAMILIA !!

José rodríguez Díaz.

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA


Una vez transcurrida  la fiesta de la Noche Buena seguimos celebrando la fiesta de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo. 

 Así, este este domingo 28 celebramos la fiesta de la Sagrada Familia: Jesús, María y José  que son propuestos como familia que acepta a Dios en su  seno y viven desde ello. Familia  modelo para nuestras familias.

 Pero además este domingo 28 es la fiesta de los Santos Inocentes, que coincide con la de la Sagrada Familia y hoy sábado  27 es la fiesta de San Juan Evangelista, que como un águila se remonta hasta el misterio de Dios ayudándonos a descubrirlo y hacerlo nuestro. Sabemos que Juan no sólo escribió su Evangelio sino  que también es el autor del libro del Apocalipsis  y de tres cartas.

Las Eucaristías de este fin de semana 27 y 28  como siempre a las  7 el sábado y  a las 9,30 y a las 12 el domingo

 Con respecto a la próxima semana tenemos los horarios siguientes para las Eucaristías:

 El día 31 es último día del año, la misa será a las 7 de la tarde.

 El día  1 de Enero de 2026  Año Nuevo, celebramos Santa María Madre de Dios y las Eucaristías serán como en domingo  a las 9,30 y a las 12.

 El día 2 Viernes no tendremos Eucaristía, descanso.

Cáritas Diocesana de Canarias alerta de un aumento del 19% en la exclusión residencial


 La vivienda se ha convertido en el epicentro de la desigualdad social en Canarias. Así lo constata el informe de Acción Social de Cáritas Diocesana de Canarias correspondiente al primer semestre de 2025, que revela un aumento del 19% de las familias en situación de exclusión residencial atendidas por la entidad con respecto al mismo periodo del año anterior. 

En lo que va de año 299 familias atendidas por el Área de Vivienda de Cáritas han vivido una situación grave, sin poder garantizar un techo seguro, y solo en los seis primeros meses de 2025 Cáritas ha acompañado a 1.078 personas en situación de sin hogar, un 11% más que en el mismo periodo de 2024.


Este domingo, a las 10.00 horas, clausura del Año Jubilar en la Catedral


 El Año Jubilar, vivido intensamente en toda la diócesis desde su apertura, entra en su recta final. Después de meses de peregrinaciones, celebraciones y abundantes frutos espirituales, la Iglesia diocesana se prepara para la clausura oficial del Jubileo, que tendrá lugar el 28 de diciembre a las 10.00 horas en la Catedral de Canarias, donde se cerrarán simbólicamente las puertas santas de todos los templos jubilares.

Celebraciones de clausura en los templos jubilares

  • 7 de diciembre – 19.00 horas: Basílica de Ntra. Sra. del Pino
  • 14 de diciembre – 19.30 horas: Parroquia San Juan Bautista, Telde
  • 20 de diciembre – 10.00 horas: Hogar de Ancianos Ntra. Sra. del Pino, Tafira
  • 22 de diciembre – 19.00 horas: Parroquia Ntra. Sra. del Rosario, Fuerteventura
  • 26 de diciembre – 19.30 horas: Parroquia San Ginés, Lanzarote

Carta pastoral de Navidad de Mons. José Mazuelos


 Con motivo de la celebración de la Navidad, Mons. José Mazuelos, nos dirige su carta pastoral, una reflexión profunda y cercana que ilumina este tiempo santo desde el corazón del Evangelio. Bajo el lema “Nadie está solo”, el Mons. Mazuelos nos invita a contemplar el misterio de la Encarnación como fuente de esperanza, consuelo y compromiso, especialmente en un mundo marcado por la incertidumbre, el cansancio y la soledad.

Esta carta se sitúa, además, en un momento significativo para nuestra Iglesia diocesana, al coincidir con la conclusión del Jubileo de la Esperanza. Desde esta perspectiva, la Navidad aparece no solo como una celebración, sino como una llamada a acoger la presencia de Dios que se hace cercano, humilde y solidario con la fragilidad humana, y a prolongar esa esperanza en la vida cotidiana y en el servicio a los demás.

Invitamos a todos los fieles a leer y meditar estas palabras como una guía espiritual para vivir la Navidad con una fe renovada, una caridad activa y un corazón abierto a la misión que el Señor nos confía.

Nadie está solo
“Hoy, en la ciudad de David, lesha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2, 11). Con esta Buena Noticia, proclamada en la noche de Belén, deseo llegar a cada uno de ustedes: a las familias, a los ancianos, a los jóvenes, a los enfermos, a los migrantes, a los encarcelados, a quienes viven en soledad, a quienes trabajan por un mundo más justo y a quienes buscan con sinceridad el rostro de Dios. Con estas palabras quiero dirigirme a todos ustedes para anunciarles, una vez más, la alegría del Evangelio: Dios se hace Niño para caminar con nosotros.
Este año, celebramos la Navidad en un contexto muy especial: concluimos el Jubileo de la Esperanza, un tiempo de gracia que ha marcado profundamente nuestra Diócesis. Hoy deseo unir ambos acontecimientos, porque la Navidad ilumina el camino recorrido y lo proyecta hacia el futuro.
En medio de un mundo agitado, lleno de ruidos y tensiones, que intenta silenciar con el consumismo la presencia de Dios vuelve a resonar el anuncio que cambia todo: Dios se hace cercano, Dios se hace Niño, Dios se hace uno de nosotros.
No viene con poder ni grandeza humana, sino con la humildad desarmante de un recién nacido.
Su mensaje es claro: nadie está solo, nadie está olvidado, nadie queda fuera de su amor.
La luz que no se apaga
En este tiempo en que muchos experimentan incertidumbre, cansancio o tristeza, la Navidad es una invitación a dejar que la luz de Cristo ilumine nuestras sombras.
Él es la luz que sostiene a quien ya no puede más, consuela a quien ha perdido a un ser querido, da esperanza a quien se siente estancado y abre caminos nuevos donde parecía que no los había.
La Navidad nos muestra que Cristo nace también hoy, allí donde se le abre un espacio en el corazón. En Belén, Dios se hace pequeño para que nadie tenga miedo de acercarse.
En el pesebre, la esperanza se hace carne.
En el Niño envuelto en pañales descubrimos que el amor de Dios no se rinde jamás, que no abandona, que no olvida, que no retrocede ante nuestras fragilidades.
Por eso, al contemplar el nacimiento de Jesús, entendemos que el Jubileo no ha sido sólo una celebración, sino una llamada a acoger la esperanza que Dios nos entrega en su Hijo.
Navidad es el “salto” de Dios de lo divino a lo humano sin dejar de ser lo primero (cfr. Flp 2, 6 – 11), que se ha pasado a nuestro bando, es uno de nosotros. Él ya no está lejos. No es desconocido. Al nacer en la tierra quiere hacerse compañero de viaje de cada uno de nosotros. En el establo de Belén el cielo y la tierra se tocan. El cielo ha venido a la tierra y hace saltar de gozo a los ángeles que cantan de alegría porque lo alto y lo bajo, cielo y tierra, se encuentran nuevamente unidos; porque el hombre se ha unido nuevamente a Dios. 
Lo que el Jubileo ha sembrado en nosotros
Durante este año, miles de fieles han peregrinado, orado, celebrado, pedido perdón y dado gracias. Hemos visto comunidades fortalecidas, corazones reconciliados, pasos cansados que volvieron a levantarse. En todo ello, la gracia de Dios ha actuado silenciosa pero eficazmente.
Ahora que el Jubileo concluye, descubrimos que deja en nosotros tres regalos que la Navidad confirma y renueva:
-Una esperanza que escucha
Como María, aprendimos a guardar en el corazón lo que Dios nos dice en lo pequeño y lo sencillo. En el pesebre encontramos a María, mujer creyente, Madre que guarda y acompaña.
Ella nos enseña a contemplar, a esperar, a confiar aun cuando no entendemos todo.
Que bajo su mirada vivamos esta Navidad con una fe renovada y con un corazón disponible a la voluntad de Dios.
-Una esperanza que sostiene
En medio de desafíos sociales, económicos y personales, hemos visto brotar solidaridad, oración y acompañamiento. Vivir la Navidad es acoger a Dios y a los hombres. El pesebre manifiesta la lógica divina, que no se centra en las ambiciones ni en los privilegios, sino que es la gramática de la cercanía, del encuentro y de la proximidad. Navidad es, por tanto, convertirse en constructores de un futuro, anteponiendo el bien común a los particularismos egoístas. Jesús ha establecido la casa común y nos pide que la convirtamos en una casa acogedora para todos. De ahí deriva el compromiso del cuidado y respeto de la creación y la necesidad de superar los prejuicios, derribar las barreras y eliminar las divisiones que enfrentan a las personas y a los pueblos, para construir juntos un mundo de justicia y de paz. 
-Una esperanza caritativa
Navidad es, también, la fiesta de los pobres Dios nace pobre. Jesús nace en una cueva y lo colocan en un pesebre, donde comen los animales. Viene al mundo en un establo, envuelto entre pañales, sin lujos, sin comodidades. Nació como nacen hoy muchos inmigrantes, como nacen los hijos de mujeres en campos de refugiados... y así nos enseña que en este mundo donde Él puso su “tienda”, nadie es extranjero. Aunque en este mundo todos estamos de paso, es precisamente Jesús quien nos hace sentir como en casa en esta tierra santificada por su presencia y quiere que la convirtamos en un hogar acogedor para todos. No olvidemos que, al poco de nacer, también Jesús se hace inmigrante y tiene que huir a Egipto junto con José y María. Si Jesús fue acogido en tierra extranjera, también nosotros hemos de acoger a los que vienen de fuera, aprendiendo a superar cada vez más los recelos y los prejuicios que dividen o, peor aún, enfrentan a las personas y a los pueblos, para construir juntos un mundo de justicia y de paz. 
La profunda solidaridad que este Niño ha establecido con su nacimiento, nos hace salir al encuentro del que no tiene, llevándonos a compartir lo que tenemos no sólo lo material, sino también lo espiritual.
-Una esperanza que envía
El Jubileo no termina: comienza una misión. Somos enviados a ser testigos de esperanza en nuestras familias, en el trabajo, en la sociedad y, sobre todo, junto a quienes más sufren.
Los invito, queridos hermanos, a celebrar esta Navidad con la mirada amplia y el corazón disponible.
Que la alegría del pesebre transforme nuestras actitudes:
que llevemos consuelo donde haya soledad, que sembremos paz donde haya tensiones, que repartamos alegría donde la vida pesa, que construyamos fraternidad donde hay heridas.
La esperanza no consiste sólo en esperar tiempos mejores; consiste en dejar que Cristo transforme este tiempo, este mundo y este corazón.
Escuchemos a ese Niño que con su venida al mundo nos repite: “No Temáis”. Dejémonos, pues, iluminar por esa luz de Cristo que con su Encarnación ha derrotado el poder del mal y nos ha readmitido al convite de la vida. Sintamos en esa noche el tierno amor de Dios que nos anima a no dejarnos intimidar por un mundo tantas veces convertido en establo y lleno de tinieblas que ensombrecen la dignidad de los seres humanos
Contemplemos al niño de Belén que nos revela que la salvación de Dios se ha hecho presente a través de una experiencia de familia. Por eso Navidad es tiempo de familia, donde hay siempre un sitio libre en el hogar y una mesa preparada: “caliente el pan y envejecido el vino”. En Navidad dirigimos nuestras miradas y nuestros corazones a Belén, donde está la Sagrada Familia: Jesús, María y José, que nos enseñan a vivir la vocación de servicio al amor y a la vida.
Concluyamos diciéndole a María: Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros del Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura. Ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón.
Que la Virgen Santa, nos ayude “a conservar siempre estas cosas y meditarlas en nuestro corazón”. 

León XIV: “Necesitamos una Curia Romana cada vez más misionera”

 En el tradicional encuentro del Pontífice con la Curia Romana con ocasión de las felicitaciones por la Navidad, el Papa ha reflexionado sobre la importancia de la misión y la comunión en la vida de la Iglesia. También ha recordado que el trabajo en la Curia debe estar animado por este espíritu y promover la solicitud pastoral al servicio de las Iglesias particulares y de sus pastores.

Rocío Lancho García - Ciudad del Vaticano 

“Necesitamos una Curia Romana cada vez más misionera, donde las instituciones, las oficinas y las tareas estén pensadas atendiendo a los grandes desafíos eclesiales, pastorales y sociales de hoy, y no sólo para garantizar la administración ordinaria”. Son palabras del Papa León XIV en el discurso del Santo Padre León XIV a la Curia Romana en ocasión del saludo de Navidad, este lunes 22 de diciembre.  

El Pontífice ha iniciado su discurso dedicando unas palabras a su predecesor, el Papa Francisco. “Su voz profética, su estilo pastoral y su rico magisterio han marcado el camino de la Iglesia en estos años, animándonos principalmente a volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, a dar un mayor impulso a la evangelización, a ser una Iglesia alegre y gozosa, acogedora con todos, atenta a los más pobres”, ha asegurado León XIV.

Evangelii gaudium, misión y comunión

De este modo, inspirándose  precisamente en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, ha reflexionado sobre dos aspectos fundamentales de la vida de la Iglesia: “la misión y la comunión”.

La Iglesia – ha afirmado el Papa - es, por naturaleza, extrovertida, abierta al mundo, misionera. Asimismo, ha recordado  que Evangelii gaudium “nos anima a avanzar en la transformación misionera de la Iglesia, que encuentra su fuerza inagotable en el mandato de Cristo Resucitado”.

El Papa ha señalado que “la misión de Jesús en la tierra”, se vuelve “criterio de discernimiento para nuestra vida, para nuestro camino de fe, para las praxis eclesiales, como también para el servicio que llevamos adelante en la Curia Romana”.

A propósito, ha recordado que las estructuras “no deben entorpecer, detener la carrera del Evangelio o impedir el dinamismo de la evangelización”.  El trabajo de la Curia  - ha proseguido - debe estar animado por este espíritu y promover la solicitud pastoral al servicio de las Iglesias particulares y de sus pastores.

Por otro lado, el Santo Padre ha precisado que “la misión en la vida de la Iglesia está estrechamente ligada a la comunión”.  

Signos de nueva humanidad

De este modo, ha indicado que “el amor del Padre”, nos hace capaces de ser signo de una nueva humanidad, “no fundada en la lógica del egoísmo y el individualismo, sino en el amor mutuo y la solidaridad recíproca”. Esta es una tarea más urgente que nunca ad intra y ad extra, ha recordado el Papa.

Ad intra, “porque la comunión en la Iglesia permanece siempre como un desafío que nos llama a la conversión”. A veces, “detrás de una aparente tranquilidad, se agitan los fantasmas de la división”, ha advertido el Pontífice a los presentes. Y estos “nos hacen caer en la tentación de oscilar entre dos extremos opuestos”: “uniformar todo sin valorar las diferencias” o, por el contrario, “exasperar las diversidades y los puntos de vista en vez de buscar la comunión”. Por esta razón, ha señalado en las relaciones interpersonales, en las dinámicas internas de las oficinas y los roles, o tratando los temas que se refieren a la fe, la liturgia, la moral y otros, “se corre el riesgo de ser víctimas de la rigidez y de la ideología, con las contraposiciones que ello implica”.

León XIV ha asegurado que “estamos llamados también, y sobre todo aquí en la Curia”, a “ser constructores de la comunión de Cristo”, que pide “configurarse como Iglesia sinodal, donde todos colaboran y cooperan en la misma misión, cada uno según el propio carisma y el rol recibido”. Al respecto, el Santo Padre ha advertido que esto se construye “mediante gestos y actitudes concretos que deben manifestarse en lo cotidiano, también en el ambiente laboral”.

Y a propósito ha recordado las palabras de san Agustín en su carta a Proba: «En todos los negocios humanos, nada es grato para el hombre si no tiene por amigo al hombre». Sin embargo, se preguntaba con una pizca de amargura: «¿Quién puede hallarse que sea tan buen amigo, que podamos tener en esta vida seguridad cierta de su intención y de sus costumbres?» (Carta 130, 4).

Relaciones que transparenten el amor de Cristo

Esta amargura – ha señalado el Pontífice - en ocasiones se abre camino entre nosotros cuando, quizás después de muchos años ofrecidos al servicio de la Curia, notamos con desilusión que, a algunas dinámicas vinculadas al ejercicio del poder, al afán de sobresalir, al cuidado de los propios intereses, les cuesta cambiar.

Se ha preguntado “¿es posible ser amigos en la Curia Romana, tener relaciones de amigable fraternidad?”. Y ha asegurado que “es hermoso cuando encontramos amigos en quienes poder confiar, cuando caen máscaras y engaños, cuando las personas no son usadas y pasadas por encima, cuando hay ayuda mutua, cuando se reconoce a cada uno el propio valor y la propia competencia, evitando generar insatisfacciones y rencores”. Hay una conversión personal que debemos desear y perseguir, ha indicado el Papa, para que en nuestras relaciones pueda transparentarse el amor de Cristo que nos hace hermanos.

En esta misma línea, León XIV ha explicado a los presentes que esto se vuelve un signo también ad extra, “en un mundo herido por discordias, violencia y conflictos, en el que vemos también un aumento de la agresividad y la rabia, frecuentemente instrumentalizadas por el mundo digital y la política”.

El trabajo de la Curia y el de la Iglesia en general, ha proseguido, debe pensarse también en este amplio horizonte: “no somos pequeños jardineros dedicados a cuidar el propio huerto”, sino que “somos discípulos y testigos del Reino de Dios”, llamados a ser en Cristo “fermento de fraternidad universal, entre pueblos distintos, religiones diferentes, entre mujeres y hombres de toda lengua y cultura”. Y esto ocurre “si somos nosotros los primeros en vivir como hermanos y hacemos brillar en el mundo la luz de la comunión”. 

Cristo esperanza que no declina

Por otro lado, el Pontífice ha observado que el Jubileo “nos ha recordado que sólo Él es la esperanza que no declina”. Y, durante el Año Santo, celebraciones importantes nos han hecho recordar otros dos acontecimientos: “el Concilio de Nicea, que nos reconduce a las raíces de nuestra fe”, y “el Concilio Vaticano II, que fijando la mirada en Cristo ha consolidado a la Iglesia y la ha impulsado a salir al encuentro del mundo, a la escucha de las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy”.

Finalmente, también ha recordado los cincuenta años de la Exhortación apostólica de san Pablo VI, Evangelii nuntiandi. Esta subraya dos realidades que el Pontífice  ha querido señalar: el hecho de que «la Iglesia recibe la misión de evangelizar y […] la actividad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto» (n. 15); y, al mismo tiempo, la convicción de que «el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites» (n. 41).

Testimonio de una vida cristiana

Finalmente, ha pedido a los presentes que recuerden esto en el servicio curial: “la labor de cada uno es importante para el todo, y el testimonio de una vida cristiana, que se expresa en la comunión, es el primer y el mayor servicio que podemos ofrecer”