sábado, 10 de agosto de 2013

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DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO C.

 LA GLORIA DE DIOS ES NUESTRA GLORIA.
 "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas", dice Jesús en el texto de hoy a los discípulos después de decirles que ellos son  portadores del Reino dado por el Padre. Eso es lo que les toca hacer para poder poseer en plenitud esto que se les ha dado, se trata de fidelidad a la hora de vivir, de hacer el camino al que hemos sido invitados, de andar.




 Es una invitación a no quedarse dormido pensando que ya esta todo hecho; que como se nos ha dado el Reino ya no hemos de hacer nada más. No, creo que no es así, pues ahora se trata de fidelidad ante el compromiso cotidiano que debe ir marcando nuestros pasos día a día y, en consecuencia, con lo que se nos ha dado.
Es desde ahí desde donde se entiende el resto del texto que entra en una perfecta lógica: servidores que están en vela no dejando escapar nada. Porque el Señor se va haciendo presente a lo largo de la historia y en donde se va conformando, perfilando  y descubriendo su presencia en la entraña de lo que acontece, en lo cotidiano, desde la fidelidad de Dios y la nuestra, de estos que han sido llamados, a quienes se les ha dado y lo han aceptado.
Hay dos cosas que se aseveran en el texto: el Reino es un don del Padre, una; la otra, que el Señor vendrá. No se nos dice ni el día ni la hora, pero vendrá. Es decir, el Reino alcanzará su plenitud, pero no es cuestión nuestra, sin embargo, sí necesita de nuestra atención.
Comprendemos que estamos llamados a conformar nuestro vivir y nuestro quehacer a esta tarea, a este proyecto de Dios que hemos de hacer propio. Comprendemos que hemos de alegrarnos porque es un proyecto que no depende total y definitivamente de nosotros, que lo nuestro es saber esperar de forma fiel y activa, no mirando  a los celajes -que no nos toca a nosotros marcar momentos-  y que no hemos de estar ajenos al ritmo de la vida, de lo de cada día. 
Es este un texto que no anda con contemplaciones y por eso quizá nos resulte raro y exigente, pero eso es lo que se nos dice.
Ahora se trata  de saber acompasar nuestros deseos, nuestras opciones, nuestro sentimientos a lo que  hemos aceptado, al compromiso contraído, en una palabra: a la vida, a nuestra vida que hemos de vivir como hijos de Dios y, por tanto, como herederos  suyos, porque esto del Reino de Dios no es solo y exclusivamente para  mayor gloria y honra suya, no, que también lo es para nosotros y, casi me atrevería a decir, más para nosotros, que para el mismo Dios, pues Dios no necesita gloria, somos nosotros lo que hemos de ser glorificados  y levantados a la dignidad para la que hemos sido creados, y eso no lo podemos hacer por nuestra propia cuenta, lo hace Dios. Y en este quehacer Él quiere contar con nosotros, tal vez para que nos tomemos un poco más de interés en el asunto.
No caben arrogancias, no tienen lugar autoritarismos, no hay espacio para la soberbias o el sentirse por encima de los otros o más y mejor que nadie. Nada de eso tiene cabida. Lo que si ha de tener todo el espacio del mundo es el servicio, la misericordia, la esperanza, la fidelidad, la responsabilidad ante lo que ha sido puesto en nuestras manos, que no es nuestro y que hemos de administrar, sabiendo que ello, la gran mayoría de las veces, por no decir todas, está íntimamente relacionado con la vida de los demás, con la historia de cada día en donde Dios se nos va dando conocer.
Vivir como servidores fieles -fieles a todos y en todo-, que eso es servir a Dios y al Reino. Es así como se posibilita que su presencia  vaya siendo una realidad en la vida de los hombres, eso es el Reino, aunque no en plenitud, pero sí lo que lo va construyendo. Fue lo que hizo Jesús y es a lo que Él mismo nos está invitando continuamente.
¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!

lunes, 5 de agosto de 2013

Francisco alienta una nueva visión de Iglesia

No basta con el cambio personal, es necesario también el estructural

Avelino Seco, 04 de agosto de 2013 
 El Papa Francisco nos ha traído un regalo excelente: facilitar que el soplo del Espíritu ventee el maquillaje ideológico que, con frecuencia, oscurece la llama de Jesús de Nazaret, el Cristo, que la Iglesia debe mantener encendida.
 Al referirme a una nueva visión de Iglesia lo hago en un doble sentido: la Iglesia va teniendo una nueva visión de las personas y estas, a su vez, van teniendo una nueva visión de la Iglesia.
El título de un libro que publiqué hace cuatro años era: Utopía frente a recreación del pasado. Dos visiones de Iglesia. En él planteaba que una Iglesia aprisionada por ideologías, de puertas cerradas, con miedo a contaminarse con el mundo, predominaba, en aquel momento, sobre una Iglesia impulsora del presente hacia la utopía esperanzada de una realidad mejor que está por venir.
En este momento un gran número de hechos y palabras responden a una nueva visión de Iglesia: Francisco amante de la calle y el viaje en autobús; el Obispo que hace la comida y se lava la ropa en Buenos Aires; el buen pastor, con olor a oveja, que se queda a cuidar al sacerdote que está sólo y enfermo; el recién elegido Papa que va a pagar la factura de la Residencia donde se había alojado en Roma; el hombre que mira de frente, ríe a carcajadas e intenta romper barreras que impiden el contacto directo.
¿Son simples anécdotas bonitas y tiernas de un hombre bondadoso? También, pero no sólo. Hay algo que está influyendo poderosamente en esta nueva mirada de la Iglesia al mundo y del mundo a la Iglesia: el partir de la vida, el mirar los hechos de frente sin analizarlos a partir de una ideología que tiene el peligro de deformar la realidad y legitimar interesadamente formas de organización poco saludables. Se mira la vida sin cristales oscuros ni orejeras previas. La vida predomina sobre la doctrina

 

" La crisis ecológica es un problema moral"

 El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, hace un llamamiento a aumentar la conciencia ecológica ante el avance de la "depauperación de nuestro patrimonio natural".



 
En la carta dominical que  publica la hoja parroquial de su archidiócesis, bajo el título de 'Vacaciones y conciencia ecológica', el prelado recuerda que "el verano y las vacaciones nos permiten tener un mayor contacto con la naturaleza", lo que hace que "el tema de la ecología recobre una mayor actualidad".
"El respeto al ambiente natural que nos rodea, al cosmos, a la creación, es un asunto de una trascendencia innegable", añade.
Monseñor Sistach denuncia que "la situación es seria y preocupante, porque la depauperación de nuestro patrimonio natural continúa avanzando en todas partes".
"La crisis ecológica -advierte- es un problema moral, relacionado con el desarrollo técnico y científico actual, que tiene una dimensión que a largo plazo compromete seriamente la misma existencia humana".
El cardenal barcelonés recuerda que el papa Francisco, que lleva el nombre del santo de Asís, patrono de los ecologistas, ya pidió en la homilía de la misa del inicio de su pontificado "a todos los que ocupan lugares de responsabilidad en el ámbito económico, político o social y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad" que sean "guardianes del medio ambiente" y no permitan que "los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro".
Martínez Sistach subraya que "no todos pueden hacer vacaciones, especialmente en las actuales circunstancias" y que el papa Francisco ha decidido permanecer en Roma durante su período de descanso.
"Pero ya sea en la residencia habitual o fuera de ella, es preciso hacer de las vacaciones un tiempo de reflexión, de oración, de cultivo de la espiritualidad, un tiempo para la lectura, para la convivencia con la familia y los amigos, y sobre todo un tiempo de alabanza a Dios por haber dado a los hombres el jardín del mundo, un jardín que hemos de cultivar y no dañar de cualquier manera", concluye Lluís Martínez Sistach.
(Rd/Agencias) De periodista digital.

sábado, 3 de agosto de 2013

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DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 EL NEGOCIO DE NUESTRA VIDA

Entramos en el domingo XVIII del Tiempo Ordinario de la mano del Evangelista San Lucas que nos lleva hasta un encuentro que tiene  Jesús  con la gente y en donde uno de los del público le pide que  intervenga en un problema que tiene con su hermano que por lo visto le está queriendo dejar sin su herencia.


 Jesús, por supuesto, rechaza  lo que se le pide  diciendo que el no ha sido nombrado juez en ese tema, por tanto, no va a intervenir, pero si aprovecha para hacer una buena reflexión con respecto al tema del dinero y de las poseciones,  que no tiene desperdicio y que  aún hoy a nosotros nos puede dejar boquiabiertos. 
Empieza por llamarlo por su nombre : codicia.
Ante el afán de desmesurado de poseer hace una propuesta: No hagas, le esta diciendo a este hombre, lo mismo que tu hermano está haciendo contigo, porque es que te estas poniendo a su misma altura. Es decir, tu harías lo mismo si se presenta la ocasión
Y viene la parábola de aquel que  era rico  y que tuvo además una gran cosecha. Claro, desde la lógica de este hombre, lo que pensaba era normal: almacenaré, guardaré y ya no tengo que preocuparme  mas por mi subsistencia y me dedicaré a los placeres y a la buena vida.
La moraleja es que no se da cuenta  de que la vida, no depende de  que tenga mucho o poco. La vida va por otros derroteros, la vida no es de su propiedad para  poder alargarla o acortarla a su antojo. La vida es de todos y no es de nadie, la vida es un don de Dios, no es de el , la vida  puede en cualquier momento llegar a su fin y, entonces,  ¿qué?   No va a poder llevarse nada, todo quedara aquí, ni lo uno ni lo otro. Ni riquezas ni vida de Dios, solo la tristeza de haberlo perdido  y haber perdido el tiempo.
 Por tanto, concluye Jesús : " Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios". 
Menuda lección se llevo nuestro buen hombre que venia buscando justicia acusando a su hermano de que no quería darle lo que por lo visto le pertenecía.
A nosotros, por tanto, se nos plantea la pregunta de nuestra riqueza ¿ Cual  debe ser?    La vida terrena y la subsistencia nos debe preocupar, claro que si, pero no hasta el extremo que  anule  nuestra relación con Dios, porque sabemos , y bien que lo sabemos, que nuestra vida es pasajera y que  en un abrir y cerrar de ojos todo lo que hemos acumulado con tanto esfuerzo y trabajo lo hemos de dejar a los demás.
Corremos el gran riesgo de, por querer acumular riquezas, perdamos la gran riqueza de la vida porque la hemos agotado  tratando de amontonar bienes que nos restan posibilidades de vida, que es  realmente lo que nos debe preocupar.
Se trata  de ser ricos ante Dios y no sólo ante los hombres  
¿ Como llegamos a  ello, ?   Ya lo sabemos. Con  buenas obras: La caridad, la piedad, la transparencia,  la sinceridad, la solidaridad, etc, etc. Eso que está tan al alcance de nuestra mano y que , una veces por descuido, otras por simple abandono o por intereses secretos, hemos  dejado en el baúl de nuestro desván esperando mejores tiempos, que pueden  llegar o no.
Como dice el saber popular y que se aplica mucho al tema de la economía : " mas vale pájaro en mano que ciento volando" . En nuestro caso,  hemos de aplicarlo a la economía de la vida eterna. Este si  que  es un negocio que tenemos entre manos y que no terminamos de entender ni de creérnoslo del todo y mucho menos de tomárnoslo en serio.
 Pues, la propuesta de Jesús hoy , va por ahí.
Feliz día del Señor.