sábado, 8 de noviembre de 2025

REFLEXIÓN PARA LA CELEBRACIÓN DEL DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C. DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA.

 SOMOS UN PUEBLO QUE CAMINA.


Como cada fin de semana nos reunimos para celebrar la misericordia de Padre Dios, su amor y su piedad para con nosotros. En esta ocasión celebramos además, el día de la iglesia Diocesana, día en el que somos invitados a tomar conciencia de qué es eso de la iglesia y a qué me compromete. De entrada hemos de decir que la palabra iglesia viene del griego y que significa reunión, encuentro y es eso lo que en parte nos define a los seguidores de Cristo, que cada domingo nos reunimos, para encontrarnos. ¡¡ Ojo !!, para encontrarnos, no para rivalizar, ni para hacer negocios o algo por el estilo. Nos reunimos para encontrarnos entre nosotros y desde el Señor compartir una misma fe, una misma esperanza, un mismo mandato y una misma Buena y Nueva Noticia que Jesús pone en nuestro labios para que la vivamos y la esparramemos por el mundo, una oración... y sobre todo, una conciencia de que el hombre necesita, necesitamos de esperanza, de gente que vivan en la esperanza y en la alegría de saberse amados de Dios a pesar de las dificultades que pululen a nuestro alrededor o en nuestras cabecitas. Y eso, solo lo puede dar quien lo tiene, Dios, a quien ya San Juan nos lo recuerda como amor. Estas son las dos cara fundamentales de la iglesia: la que se encuentra para celebrar a su Señor y lo que ella misma es; y la que anuncia a todos los hombres con su testimonio de vida y sobre todo de caridad el amor de Dios. Ahí el meollo.

Los textos de hoy nos pueden ayudar a seguir en la reflexión. Así que, vamos a por ellos.



El primero es del libro de los Macabeos ( Mab. 7,1-2.9-14) en donde toda una familia fiel al Señor se apoya entre sí ante la amenaza de muerte a la que es sometida si no abandonan la fe. Y resisten y se mantienen firmes y se animan a ser fieles aunque ven y viven el dolor de que se les esté robando la vida. La fe se sostiene en la comunión y desde el testimonio compartido.

La segunda lectura es de San Pablo a los de Tesalónica ( 2a Tes. 2,16-3,5) y en ella nos encontramos que Pablo anima a esta comunidad a ser fiel al Señor ante la adversidad y en la conciencia de que son del Señor y les dice frases como estas: “ el Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del malo.” O esta otra: “ que el Señor dirija vuestro corazón para que améis a Dios y respetéis a Cristo”. Todo desde un contexto en donde deducimos que la comunidad está siendo perseguida y sufre. Hay que alentar la esperanza, les dice, hay que seguir haciendo las buenas obras y orar por todos. Otra cosa muy importante, les dice, es el hecho de ser conscientes de que la fe no es de todos y los hombres perversos van a querer hacernos daño.

Vemos en estas lecturas como la iglesia se sostiene desde el encuentro, la comunión, la celebración, la oración y la palabra: el testimonio compartido hacia dentro. Necesitamos apoyarnos, la fe no es algo solamente individual y personal.

Hay algo mas, la fe tambien está llamada a ser anunciada, compartida, donada. La fe tambien es hacia fuera, hacia los otros, - como nos recordaría nuestro querido Papa Francisco - y no solo como buena obra, sino tambien como anuncio e invitación a aquellos que andan sin Dios para que lo acepten en su vida haciendo que la familia crezca. Esta es otra de las grandes característica de Dios: que se comparte, se entrega y crea y recrea familia nueva. En toda la historia de la salvación nos encontramos con esto.

El texto del evangelio ( Luc. 20,27-38 ) nos habla de la esperanza donde ha de estar anclada nuestra fe: La resurrección. Resurrección que es anunciada por el mismo Jesús diciéndonos que quien la sostiene y la promete es el Dios de la vida, desde siempre y en donde el va a ser la primicia, el pastor que va delante, el que nos lleva y conduce, la fuente de agua fresca que apaga la sed, la luz que alumbra tanta oscuridad: Cristo resucitado.

Porque creemos en el Dios de la vida, porque esperamos en la vida, porque sabemos de su vida. Por eso, por todo eso, estamos en la entrega de la vida haciendo que la vida sea cada vez mas y mas la misma vida de Dios. La Santa de Ávila decía aquello de : “ Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero" Y es que eso parece que lo había entendido a la perfección.

Día de la Iglesia Diocesana, una Iglesia que apuesta por la vida, por la comunión, por la solidaridad, por el recrear el mundo, por la vida. En definitiva, por Dios.



¡¡Feliz día de la iglesia!!

José Rodríguez Díaz

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