A ESPERAS DEL ENCUENTRO.
Podemos decir que ya entrando en la tercera semana de Adviento iniciamos la recta final que nos lleva derechitos a contemplar a Jesús en brazos de su Madre María acompañados por San José. Esto ha de motivar y espabilar nuestros corazones. Es una alegría y a eso es a lo que se nos invita en este domingo tercero conocido como el "Domingo Gaudete" porque el Señor viene y su venida es ya. San Pablo en la segunda lectura( 1 Tes. 5,16-24) nos invita a estar siempre alegres y nos advierte de que no dejemos ni la oración ni la acción de gracias no apagando el espíritu. Fuera toda clase de maldad y el Dios de la paz nos consagrará .
Hermosas estas palabras de Pablo que vienen precedidas por las de Isaías ( 61, 1-2. 10-11) que nos dice cual es la misión de este niño que nos nace y que lleno del Espíritu del Señor será el bálsamo que cure toda herida y sane toda dolencia . El profeta nos invita a desbordar de gozo con el Señor y a alegrarnos con nuestro Dios.
El texto del evangelio es de San Juan en donde nos presenta al precursor que no se arroga el papel del mesías esperado, sino que declara cual es su misión, la suya propia, la de ser " La voz que grita en el desierto" dejando así bien claro ante el interrogante de los hombres y de los jefes religiosos cual es su misión y abriendo la puerta al que viene que ya está en medio de ellos y que ellos no conocen. El que viene , el que está, es mas grande que el. Este, el Bautista, es testigo de la luz, nos dice el evangelista.
Y es ahí donde radica y existe el motivo de la alegría a la que se nos invita en este domingo, porque aunque nos preparamos para celebrar un acontecimiento que sucedió hace dos mil veinte y tres años ese acontecimiento sigue sucediendo y Jesús sigue naciendo cada año para todos y cada uno de los hombres, sigue naciendo para el mundo y sigue tendiendo la mano a todo el que sepa esperarlo y lo busque de corazón. Jesús desea, quiere seguir siendo, motivo de alegría para todos, quiere y viene para sanar, para aupar, para ahuyentar miedos y afirmar en la esperanza y en el amor de Padre Dios. Pero ¡ojo! ya nos lo dice San Pablo, no abandonemos la oración, la interiorización, dejemos que la humildad y el deseo del encuentro aviven nuestra esperanza y confianza en la palabra que se nos da. Seamos agradecidos y busquemos a Dios en todo momento y démosle gracias por tanto amor como derrama en nuestra vida siendo consuelo y paz para todo el que le reconoce y acepta.
Tercer domingo de Adviento, domingo de la alegría es la espera porque sabemos y vemos que el Señor es fiel y se viene a nuestro encuentro desde lo mas necesitado: un niño.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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