NO HAY MAS RAZÓN QUE LA DEL AMOR
En la segunda lectura que va a ser proclamada este domingo cuarto de Adviento ( Rom. 16,25-27) oiremos Pablo glorificar Dios, único Sabio, por Jesucristo. También nos dice que es El el que puede fortalecernos desde el evangelio cuando predicamos a Cristo Jesús quien ha sido dado a conocer por su voluntad para llevarnos a todos a la fe. Este es el momento clave de la revelación de Dios y esto es lo que nos disponemos a celebrar en estos días en donde hacemos fiesta por tan gran misericordia. Dios se nos da en un niño y edifica una casa, según se le dice al Rey David( Sam. 7,1-5.8b-11.16), no desde la opulencia y con materiales ricos, sino que es El mismo quien con sus manos, con su misericordia y su entrega, la va a levantar. Una casa para todos los pueblos, una casa donde puedan habitar todos los hombres y mujeres de la tierra y para ello necesita, quiere, invita a colaborar a los hombres y ahí tenemos el evangelio en donde se nos dice como se inició el inicio de esta construcción ( Luc. 1,26-38).Es lo que vamos a celebrar en estos días. El nacimiento de una nueva estirpe, una nueva familia que aprenderá a invocar a Dios como Padre y en donde todos serán hermanos y en donde hay un destino común en la medida en que sepamos cobijarnos bajo su techo.Este, cuyo nacimiento nos disponemos a celebrar será el que enseñe el camino, el que cuide de los que se le han dado, el Buen Pastor, el Camino la Verdad y la Vida, el que un día nos va a decir: " nadie puede ir al Padre si no es por mi ". Porque todo lo hará en la voluntad y en el deseo del que le ha enviado y darle a conocer.
Celebrar este hermoso y gran acontecimiento nos llama la atención e invita a interiorizar a mirar a nuestro alrededor, a escuchar tanto los gritos como los susurros de los que comparten nuestra existencia, a contemplar y saber descubrir tanto en el hondón de la vida como en lo superficial esa llamada a lo bueno, a lo definitivo a una esperanza que es nuestra pero que nos sobrepasa, porque su garante es el mismo Dios que en un niño nos invita a la compasión, a la ternura, en definitiva, al amor que siempre tiene dimensión de trascendente e infinito. Jesús es la carambola de Dios viniendo a nuestra vida para que los que no la tienen la tengan, los que la han perdido la encuentren, lo que la entregan la tengan en abundancia y los que se la guarden, la pierdan.
El salmo nos invita ( sal. 88) al agradecimiento expresado en el canto: " Cantare eternamente las misericordias del Señor"!!Feliz cuarto domingo de Adviento¡¡
José Rodríguez Díaz
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