UNA LLEGADA SIEMPRE NUEVA
Con este nuevo Adviento entramos también en un nuevo ciclo litúrgico que es el ciclo B en donde nos iremos encontrando con el Evangelista San Marcos que en su Evangelio se propone dejar bien claro que Jesús es el Hijo de Dios que con su entrega nos salva. Los destinatarios son cristianos de Roma provenientes del paganismo.Y dicho esto intentamos acercamos al texto de su evangelio que se nos ofrece para este primer domingo de Adviento que por cierto, tiene como lema: " Príncipe de la Paz " expresión tomada de Isaías.
Es el final del capítulo trece y en donde Jesús invita a sus discípulos a estar vigilantes, a no dejar que la desgana o la modorra se apodere de ellos porque es que no saben cuando es el momento de la vuelta del Señor. Ustedes, les dice, sean como los criados del Señor que se va de viaje y que les ha encargado sus tareas y al portero vigilancia.
Al final de texto descubrimos que Jesús dice esto no solo a sus discípulos, sino a todos: ¡Velad!
Y nos damos cuenta que lo mismo que para los discípulos y la gente que le escuchaba en su momento, para nosotros no debe pasar desapercibida dicha advertencia, pues también nosotros, hoy, podemos ser sorprendidos por la llegada del Señor que puede ser en cualquier momento y de la forma mas inesperada. Por tanto, necesitamos estar alertas y en velas para saber rastrear esa presencia suya en todos y cada uno de los acontecimientos que en el mundo suceden, también en nuestro mundo interior. Estar en vela para no dejarnos sorprender y así saber acoger en el devenir de los días, sean sorprendentes o anodinos, al Señor. Esto solo lo podremos hacer si permanecemos alertas y avivamos en nuestra memoria su presencia, su palabra, su verdad.
El mundo hará todo lo posible porque le olvidemos, por arrancarnos de la esperanza, por desprestigiar su palabra con miles de ofertas disfrazadas de autenticidad, de libertad, de progreso o de ideología. Pero nosotros sabemos y no debemos olvidar, que la verdad está en El y en su palabra que nos lleva por caminos de solidaridad, misericordia y perdón y esto los cristianos de hoy, sus seguidores, sus discípulos, no lo podemos olvidar. La esperanza es el gran tesoro conque nos alimenta el Señor porque cada día se entrega y lo sabemos y se deja encontrar por el que le busca con sinceridad y desde el corazón.No dejemos que la riqueza de la que nos habla San Pablo en la segunda lectura ( Cor. 1, 3-9) nos la roben y sepamos aguardar la manifestación de Cristo manteniéndonos firmes en la fe aunque nos acusen por su nombre. No debemos olvidar en quien creemos y en manos de quién nos hemos puesto y así el proyecto de Dios para con nosotros nos lleva a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡ Y él es fiel !
Este tiempo de Adviento que hoy iniciamos hemos de vivirlo como un regalo, como un don, como la gracia que Dios nos da en Cristo Jesús.Oídos atentos, ojos vigilantes, corazón despierto porque el Señor viene y viene para renovarnos, para ayudarnos, para sanar nuestra heridas y con y desde nosotros, las de los demás, para auparnos y superar miedos, para mostrarnos el camino, para hacer de nosotros hombre y mujeres nuevos que disfrutan de saberse amados por el Padre.
¡¡Feliz primer domingo de Adviento!!
José Rodríguez Díaz
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