"UN PEREGRINO IBA CONMIGO "
Podemos detectar en este relato , aparte de otras muchas cosas, una serie de momentos como son la palabra explicada por el forastero, el deseo de querer seguir en la conversación que concluye en invitación, la comida y la vuelta a Jerusalén desandando el camino del desencanto. Se vislumbra en este relato de Lucas un esquema de Eucaristía en donde el forastero se revela resucitado y como el Señor.
En el fondo ¿ no es eso lo que nosotros , caminantes en la vida, podemos experimentar o experimentamos cuando acudimos al encuentro con el Señor que siempre, siempre, nos remite a los hermanos, a desandar los caminos del desencanto, a compartir? El encuentro con el Señor Resucitado es capaz de librarnos de las pesadumbres, de devolvernos la curiosidad por saber y tenerle, el valor de la fe compartida y la esperanza remozada.
También descubrimos y esto es muy importante que la iniciativa es del Señor, es el quien se hace el encontradizo, es el quien explica y quien bendice y reparte el pan a la hora de la cena y es ese encuentro suyo, pura gracia, lo que es compartido cuando vuelven con prisa a la casa de Jerusalén al encuentro con los otros, adonde estaban el resto de los hermanos. el Señor, su experiencia vivida, es lo que construye la comunidad y es la celebración de este acontecimiento lo que ha de sostenerlos en comunión.
Y es lo que estamos llamados a revivir cada domingo cuando nos reunimos en su nombre para traer al presente " aquel mismo día" y dejarnos sanar por El de las heridas de la vida. Y sabemos que los seguidores de Jesús Resucitado, el Cristo, por eso nos llamamos cristianos, no podemos prescindir de estos encuentros porque es que es ahí donde el se manifiesta, se entrega, se revela , donde abre los ojos, donde nos ayuda a entender , en una palabra, donde se reparte sin medida y nos devuelve a nosotros mismo y los hermanos.
¡¡Feliz Tercer Domingo de Pascua!!
José Rodríguez Díaz .
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