13 de octubre de 2016.- (Eukmamie / Camino Católico) Mª
Carmen Saura es de Cataluña y cuenta cómo encontró la pieza que le
faltaba a su puzzle: el Señor. Se crió en una familia sin fe, ya que su
madre había dejado de practicar. Así que no fue bautizada ni hizo la
primera comunión.
«Cuando
aborto, clavo otra vez a Jesús en la cruz, le doy de latigazos, escupo
su rostro, lo desprecio y lo mato sin saberlo. Ahora sé que cuando
lloro, sabiendo que Dios me ha perdonado, esas lágrimas siguen limpiando
mi profunda herida. Una herida que siempre estará abierta y que para mí
es el costado del mismo Cristo, derramando a través de ella, su agua
pura para mi pecado y desde mí, esta voz, para aliviar a las mujeres que
han abortado y exhortar a desistir de este oscuro pecado a las que
piensan hacerlo. La humanidad son los niños, todos los niños, porque a
todos los crea Dios desde el Amor. No hay ningún niño que no sea amado
porque ya Dios lo ha amado al crear su nombre»
«Me
enfrenté a la persecución tanto dentro como fuera de mi familia.
Aguanté palabras muy crudas, pero luché con todo mi corazón por Aquel a
quien amaba. Actué con sabiduría con mi familia, tal y como me recomendó
Jesús; sus palabras eran muy claras para mí, en todos los momentos de
mi vida, me susurraba al oído y me fortalecía. Decidí entrar a formar
parte de organizaciones cristianas y círculos de oración. Busqué a
Cristo entre mis amigos de la escuela donde estudiaba y encontré el
amoroso espíritu de Cristo…»
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